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Estados Desunidos de Europa

¡Vaya un momento de hablar de la desunión de los europeos, cuando Austria acaba de adherirse a la Unión y Finlandia está a punto de hacerlo! Pero sigo con dudas sobre el futuro del invento, no ya a la vista del semifracaso de Maastricht, sino de lo que he oído en bocas alemanas, francesas e inglesas.Existen razones económicas en favor de un mercado único europeo, mas si son buenas, también apoyan la construcción de un mercado único mundial: las malas razones, como la "protección del tejido industrial" u otras metáforas biológicas facilonas, no conducen sino a una Fortaleza Europea, cada vez menos productiva y más desempleada.

Las razones políticas también son ambiguas: aceptables las de la consolidación de los Estados de todo el Continente, hasta el límite de Rusia y su Commonwealth: temibles las de quienes sueñan con una Federación de los pueblos a la americana, pero sin Guerra de Secesión.

La otra noche oí al Dr. Tietmeyer, actual presidente del Bundesbank, y conocí al señor Pöhl, su antecesor. Tietmeyer habló ante la Cámara de Comercio Alemana en España con la moderación y realismo característicos de los dirigentes germanos de hoy. Tras felicitarse de la virtual disolución del Sistema Económico Europeo aplazó el momento de la creación de una moneda europea ad kalendas graecas e insistió con severidad en el pleno cumplimiento de las "condiciones de Maastricht" por los países que quisieran unir sus monedas, incluso el suyo. No había que temer dos velocidades en la creación de la Europa monetaria, a condición de que nadie impidiera la entrada de los firmantes del Tratado que cumpliesen las. condiciones.

Herr Pöhl me relató detalles apasionantes, que no pienso contarles, sobre la unión política y luego monetaria de las dos Alemanias, sobre el montante de las transferencias al Este, sobre sus relaciones con Kohl, sobre las contribuciones de Rubio y Boyer al Comité Delors. Pero sí les diré, que Pöhl asociaba la inflación con el hambre que hubo de sufrir de adolescente durante la postguerra. Luego, el canciller Brandt liberó la economía de racionamiento y sustituyó el Reichsmark por el Deutschemark, y el general Marshall lanzó su plan de restauración de la economía de mercado. "Los mayores han impreso en los jóvenes que no sufrieron la guerra la convicción de que la inflación no es aceptable", concluyó con dramatismo contenido.

Anteayer he oído en París la voz de monsieur Gilles Menage, el presidente del monopolio energético Electricité de France. Nunca vi a un empleado público blandir con tanta confianza el poder vicario que el Estado ha puesto en sus manos. Parecía ser él el ministro. Con seductora ausencia de hipocresía, dijo que la EDF nunca aceptaría la creación de un mercado único de la electricidad en Europa: en román paladino, que en Bruselas podían decir misa...

Mientras tanto y adelantándose a los deseos de liberación energética de la CE, los ingleses permiten a EDF que acceda a su pool eléctrico sin restricción alguna, a través de un cable de conexión submarino. El Reino Unido y Dinamarca aplican las normas de la Unión, trasponen fielmente las directivas, mientras los buenos europeos continentales acatan pero no cumplen.

Michael Portillo ha sugerido que quizá conviniera a los británicos no estar en una Europa a la francesa. Con los mercados que les abre el GATT, y sin Carta Social que perjudique los intereses de sus trabajadores, ni un SME que alejara la fibra del tipo de cambio de mercado, ni una política agraria, ni unos fondos de cohesión, podrían seguir prosperando. Quedarían en la EFTA con los suizos, que diariamente vierten amargas lágrimas sobre su exclusión de la Unión Europea.

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