Los niños ayudan a derribar la torre más alta del mundo

La torre de juguete que el fin de semana pasado batió el récord del mundo gracias a la colaboración de los niños madrileños está ya camino de Dinamarca, su lugar de origen.

Unos cincuenta niños del colegio Calasancio y de la Ciudad de los Muchachos ayudaron a los dos ingenieros de Lego, la empresa que lanzó el reto en Madrid, a desmontar la torre. El equipo comenzó su tarea a las nueve de la mañana y acabó a las dos de la tarde.

Las dimensiones de la torre, 22,41 metros de altura y 1.206 kilos de peso, hizo necesario la utilización de una grúa para retirar los bloques. Los niños los recibían en tierra y los desarmaban con destreza hasta dejarlos convertidos en simples ladrillos de plástico: unos 342.000.

15.000 niños

Los niños que participaron en la construcción, más de 15.000 según los responsables, recibían unos 20 ladrillos por cada 100 pesetas que aportaban. La recaudación, un poco más de dos millones de pesetas, tenía un fin benéfico: ayudar a los niños de Ruanda. La sección internacional de Cárítas es el organismo encargado de llevar al país africano el dinero recogido.Hasta el pasado 9 de octubre, Hong Kong ostentaba el récord del mundo con 20,96 metros de altura. En esa ocasión, el dinero reunido fue destinado a un orfelinato de esa ciudad.

Los organizadores negaron desde un principio que la construcción de la torre en la plaza de Dalí fuese un reclamo publicitario a dos meses de la Navidad. "Nuestro propósito era entrar en el Libro Guinness de los récords y, de paso, hacer una acción humanitaria en un país que en estos momentos lo necesita", afirmó Manuela Monge, la responsable de Lego que estuvo presente durante los tres días de edificación.

Antes de finales de año, la edición española del Libro Guinness de los récords recogerá la marca conseguida en Madrid, pero no será hasta 1995 cuando los 22,41 metros de altura queden registrados en la versión intemacional. La torre permaneció expuesta desde el pasado lunes hasta el miércoles 12. Los responsables de Lego aún no saben qué ciudad intentará batir el récord madrileño el próximo año.