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Kiko Veneno vuelve a echarse un cantecito

El tiempo ha dado la razón a este inquieto catalán al que Sevilla adoptó como a un hijo pródigo. Con Échate un cantecito, Kiko Veneno consiguió en 1992 lo que perseguía desde 1977: que sus canciones se escucharan sin ningún tipo de etiqueta. Su nombre siempre se ha visto unido a los nuevos flamencos, a pesar de que lo suyo se encuentra más cerca del mundo de la copla. Una mezcla corrosiva de letras y música que ha tardado más de diez años en dar frutos. Pero de qué modo. Desde hace dos años no para de actuar, y parece que hasta 1995 no editará nuevo material discográfico.

Lo cierto es que Kiko no dio con el disco adecuado hasta que Santiago Auserón se cruzó en su camino. Sus trabajos anteriores no tuvieron ni la producción, ni las canciones adecuadas, ni la magia del primer disco. Auserón le puso en contacto con Jo Dwoniak, productor de los discos de Radio Futura, y Kiko encontró al mismo tiempo la inspiración necesaria en un buen puñado de canciones. El resultado fue un descomunal acierto que le abrió las puertas de un mercado que le había sido hostil.

Aunque el mundo de Kiko ya estaba presente en Veneno (1977) el cantante chocó entonces con un muro de incompresiones que ni pidieron el desarrollo normal de su propuesta. Hoy, ese disco es uno de los que marcan el punto de partida de una parcela de la historia musical española. Kiko, incansable, siguió intentándolo. Vinieron tres o cuatro discos fallidos que, no obstante, contenían la esencia de algo que podía estallar en cualquier momento. Como sus historias no acababan de despegar, el compositor trabajó con Martirio intentando dar a las letras de las tonadillas otros contenidos.

Parece que por fin le ha llegado la hora. Lleva dos años rentabilizando el cantecito y puede tomarse, como de hecho está haciendo, el próximo trabajo con total tranquilidad. Mientras, sus viejos discos, que tan poco apoyo recibieron en su momento, se reeditan, y sus nuevos seguidores adquieren una imagen más amplia de este singular cantautor.

Por el escenario de Aqualung se pasearán esta noche el lobo López, los superhéroes de barrio, Joselito y toda clase de delicuentes que pueblan el universo de Kiko. Además, contará con la fantástica guitarra del incombustible Raimundo Amador. Y es que la historia de Veneno está unida inevitablemente a la de este increíble músico sevillano.

Kiko Veneno actúa hoy, jueves, a las 22.00 en Aqualung (paseo de la Ermita del Santo, 48). Entrada: 2.000 pesetas.

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