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SEXTA JORNADA DE LIGA

La puntería gana al juego

El Barcelona explota sus ocasiones, mientras que el Atlético perdona

Ramon Besa

Viajó el Barça al pasado sin conseguir olvidar el presente. No tiene todavía el grupo de Cruyff un perfil reconocible. Camina montado en un tiovivo. Tiene arritmía. Va recuperando signos propios de un campeón como la precisión y la fortuna. Hay, sin embargo, detalles que no invitan a la hinchada a guardar la compostura. El colectivo está preñado de fútbol espeso. Vive de acciones concretas capaces de dinamitar el mejor planteamiento. La grada tiene la sensación de que hay madera y no hay equipo. Están los futbolistas y, sin embargo, no ligan un partido.El encuentro lo montó el Atlético. Pacho Maturana dibujó un choque perfecto. El suyo fue un grupo muy aseado, muy puesto, muy bello. Expuso el técnico un decálogo de buenas intenciones. No hay antídoto, sin embargo, contra un gol de Pep Guardiola -el primero en la Liga y en el Camp Nou-, y además con la zurda y desde fuera del área. Lo nunca visto. Ni hay central capaz de aguantar el arrastre de Romarío,. Ni había guión posible que pudiera convertir a Busquets en un héroe como sucedió. Y tampoco hay receta contra la indolencia. Perdonaron la vida los rojiblancos.

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El marcador fue benigno con los locales. El fútbol estuvo siempre del bando forastero. El Atlético ya salió ganador del camerino. Obtuvo una ventaja posicional incuestionable. La zona se tragó al Barça. Cruyff puso en cancha un equipo muy cargado de kilos. Abelardo barría como último defensa, Koeman se asomaba a la divisoria en tierra de nadie, entre el escoba y el medio centro (Guardiola), y Nadal, rodeando a Bakero, perseguía a Simeone en la medular. Mucho músculo. No corría el Barça.

Los rojiblancos metieron mano rápidamente al parado colectivo azulgrana. Caminero tendió líneas a derecha e izquierda, y Pirri y Kosecki abrieron una zanja por cada flanco, mientras Kiko acampaba en la cueva del área y Simenone marcaba la línea. Los medios atléticos se comieron a la sala de máquinas barcelonista. Perdido Txiki Begiristain e inutilizado Nadal, la inferioridad azulgrana en mitad del campo fue manifiesta.

Dos decisiones cuestionables del colegiado mantuvieron a flote al grupo de Cruyff. Le mostró la cartulina amarilla a Abelardo en un derribo a Kiko que debió merecer -según los rojiblancos- la roja, y permitió la carrera de Stoichkov, tras enganchar a Toni, en la jugada que alumbró el primer gol de Romario. No supo el Barcelona administrar su ventaja. El relevo de Geli por Vizcaíno no descompuso al Atlético. Llegó así el empate y la grada quedó a oscuras con el tembleque de su equipo. La salida la encontró, sorprendentemente, el acomodador, y no el portero. Romario quiso ganarse la gloria con un remate pifiado que cayó en la pierna mala de Guardiola y el cuero se coló por la escuadra.

Revivió entonces el Barcelona. Trenzó un buen fútbol hasta el descanso.

El segundo periodo fue un monólogo del Atlético. Atascado en ataque y diseminado en defensa, el Barça se encomendó a Busquets. Los rojiblancos entraron en cancha ajena por delante, por detrás y por el centro. Hasta cinco veces aparecieron jugadores del Atlético ante el portero. No tuvieron suerte en el último tramite. Busi se fajó como un portero de balonmano y Romario aseguró el partido con un segundo tanto que ratifica su condición de bestia para el Atlético.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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