Tormenta en la Iglesia de Inglaterra por un obispo acusado de 'gay'
Michael Turnbull, de 58 años, nuevo obispo de Durham, se ha convertido, involuntariamente, en piedra de escándalo para la Iglesia de Inglaterra, al refutar las acusaciones de homosexualidad lanzadas contra él desde un tabloide el pasado domingo.
Sus trapos sucios, una leve condena por cometer "actos indecentes" con otro hombre -un granjero de Yorkshire-, hace 26 años, fueron aireados con notables exageraciones y tergiversaciones, según el obispo.
Pero la tormenta no la ha provocado tanto el hecho de que un obispo pueda tener un pasado homosexual, sino la reafirmación de heterosexualidad que ha realizado Tumbull -el obispo está casado y tiene tres hijos-. La reacción ha provocado las iras de algunos de sus destacados colegas de la Iglesia de Inglaterra, capaz de aceptar la heterosexualidad de sus miembros o la ordenación de mujeres, pero reacia a nutrirse de sacerdotes gays.
En 1991, los obispos británicos declararon su total aceptación de la homosexualidad en la feligresía, pero consideraron estas inclinaciones sexuales como incompatibles con el ejercicio completo del sacerdocio. Un punto de vista que no comparte por completo el clero anglicano.
Para el secretario general del Movimiento Cristiano de Gays y Lesbianas, el reverendo Richard Kirker, las declaraciones de Durham y su desesperado esfuerzo por librarse del sambenito de homosexual, no pasa de ser un ejercicio más de hipocresía e "incongruencia". Es la actitud típica de la Iglesia en el tema de la homosexualidad y parte sobre todo de los obispos, los más decididos a perpetuar la imagen de que sus filas sólo se nutren de heterosexuales", ha dicho Kirker. Sin embargo, el Movimiento Cristiano de Gays y Lesbianas sostiene que más de un tercio del clero anglicano es claramente homosexual y lo mantiene en secreto.
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