Cuidado
Con certeza. No había mala intención. Todo lo cofitrario. Era, sin duda, una empresa loable. Un semanario de información general busca las claves del fanatismo religioso que lleva a padres a negar la salvación médica a sus hijos por Dios sabe qué excéntricas reglas del cielo. El problema es grave. Las sectas encamelan a nuestros hijos y los sueltan a hacer el payaso para mayor éxito de la recolecta. Poca meditación y mucho pasar la boina. Negar a Dios para entusiasmarse con la nada tiene un pase. Pero desertar de las filas de santo Tomás y san Ignacio -tan nuestro él- para profesar fe en algún curandero vendedor de cromos es una ordinariez.Loable por tanto, repito, la intención de desvelar las tragedias que provoca la pujanza de esos grupúsculos de fanáticos y pícaros que comercian con el más allá. Pero, ¿qué rayos tiene esto que ver con el rostro a toda portada de un judío ortodoxo que el semanario publica como reclamo para esta información? Dioses que matan, reza el título, bajo la nariz aguileña, la mirada torva, los tirabuzones y la kipa. Lo tiene todo este judío de calendario para dar miedo o provocar rechazo. Tiene pinta de dedicarse a envenenar pozos, de dar caramelos envenenados a los niños y, llegado el caso, de matar a Cristo. Hicimos bien en echarlos de aquí en 1492, concluirá alguno.
Ni una palabra en todo el reportaje sobre judíos. ¿Por qué entonces se eligió al judío tópico para ilustrar la maldad de otras creencias? Los autores de la portada son demócratas probados y antirracistas convencidos. ¿Cómo no advirtieron el desatino? ¿Falta de sensibilidad? Por favor, más cuidado. El antisemitismo no lo propagan sólo los nazis y los niñatos que van al Bemabéu con cruces gamadas. Mensa es no intencionados como estos alimentan los prejuicios y crían indeseables.
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