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Escuderías San Fermín

Siete jóvenes en paro y con problemas familiares buscan una salida reciclando motos usadas

En el antiguo bar Espartaco no hay vino ni gladiadores. Sólo gasolina y piezas de 80 motocicletas. La Coordinadora de Barrios, que trabaja con jóvenes marginados, ha montado un taller de reciclado y reparación de motos procedentes de las comisarías madrileñas en este local de San Fermín, un barrio de Usera con unos 15.000 habitantes.Los aprendices son siete jóvenes de esta zona castigada por el paro y la droga que, menos en un caso, abandonaron el colegio sin el graduado escolar y provienen de familias con numerosos problemas. El objetivo es montar una pequeña empresa de reparación de motos y de venta de piezas usadas.

Ramón, Raúl y Óscar, con 17 años, son tres de estos futuros mecánicos. No aguantaban la escuela y perdieron de vista las raíces cuadradas. Hasta ahora. Las clases de mecánica, se combinan con las de contabilidad. Por ahora, el profesor se conforma con que permanezcan una hora sentados atendiendo, un hábito perdido. "Es curioso, en la escuela no aprendíamos nada de matemáticas y aquí sí", se plantea Ramón. "Es que no nos sabían enseñar", añade Raúl. Cuando hablan de la reparación de motos, todo es entusiasmo. Y mantienen una fe ciega en el proyecto. "Javier, el profesor de mecánica, tuvo un negocio de reparación y sabe lo que se hace", afirman.

Su anterior experiencia laboral fue un recorrido por el trabajo en precario: contratos de 30.000 pesetas mensuales repartiendo pescado, como camareros o en mudanzas.

"La idea surgió cuando empezamos a ver que en las dependencias policiales se acumulaban las motos robadas que nadie reclama o que no se pueden identificar porque han modificado el número de bastidor", afirma Íñigo Ortiz de Mendíbil, uno de los miembros de la Coordinadora de Barrios. Comenzaron los contactos con el decanato de jueces y la Delegación del Gobierno, y en junio les dieron 80 motos. Esperan otras 200.

La oficina de la comunidad que coordina las ayudas a los barrios del sur les concedió una subvención de seis millones, de los que sólo han recibido 1,35 millones de pesetas. Los hermanos de La Salle les pagan las 80.000 pesetas mensuales del alquiler.

El proyecto no acaba con la formación de una empresa con siete jóvenes. En octubre quieren empezar a formar en mecánica a otros 15 o 20 de diferentes barrios. Han llegado a un acuerdo con Sermoto, asociación de distribuidores y fabricantes del sector, para que tengan en cuenta a estos chavales en los nuevos empleos. Y si la empresa funciona y hacen falta más mecánicos, los reclutarán entre jóvenes encarcelados, que con esta oferta de trabajo podrían optar al tercer grado.

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