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La polémica de los datos

Para evaluar la importancia de un nuevo dato sobre una magnitud macroeconómica como el IPC, es necesario comparar éste con una predicción sobre el mismo procedente de un modelo suficientemente contrastado. Además, tal comparación debe abarcar tanto al valor del agregado como a los valores de los principales componentes que lo configuran.Al igual que otras varias instituciones, desde la cátedra de Econometría de la Universidad Carlos III de Madrid se vienen realizando desde hace varios años predicciones sobre el IPC, y para agosto predecía un crecimiento mensual del 0,55%, con un intervalo de más o menos 0,15 puntos porcentuales. Teniendo en cuenta dicho impacto, la predicción hubiese sido del 0,75%. Así pues, el dato observado -0,65%- está plenamente dentro de lo esperado. En un análisis más detallado se ve que la alimentación creció el 0,94% frente a una predicción del 1,3%, y los servicios, un 0,92% frente a una predicción del 0, 18%.

Esta última predicción, modificada para tener en cuenta el cambio de tarifas telefónicas, hubiese sido del 0,84%. De lo contrario, se concluye que todos los componentes mencionados del índice de precios al consumo (IPC) han registrado en agosto unos valores muy próximos a los esperados y, por tanto, a) no contienen ningún componente novedoso alarmante, y b) no condicionan hacia el futuro la evolución de la inflación de un modo que no fuera ya el previsto anteriormente. Así, lo que pueda ser alarmante de la inflación actual en la economía española era ya conocido o esperado antes de la publicación del dato de agosto.

Por lo visto, desde algunas instituciones se había realizado para el mes de agostó una predicción en torno al 0,4%. Sin embargo, en nuestra opinión, resulta difícil justificar cómo se llegaba a ella, pues el componente de alimentos no elaborados tiene en agosto un pico estacional fuerte que hacía previsible que su contribución al crecimiento del IPC en dicho mes estuviese entre 0,26 y 0,50 puntos porcentuales.

Por otra parte, para el componente de precios correspondientes a los servicios y bienes elaborados no energéticos que pondera el 80,99% del IPC y que denominaremos IPSEBENE (éste es el componente que se utiliza para calcular la inflación subyacente), cabía esperar que contribuyera al IPC en torno a 0,15 puntos, sin contemplar las nuevas tarifas telefónicas aprobadas en agosto.

Finalmente, la energía iba a tener un marcado valor positivo. Todo esto hace que la predicción del 0'4% para el IPC de agosto tuviese una probabilidad muy pequeña de materializarse. Lo anterior sirve para destacar que el seguimiento y predicción del IPC requiere un análisis desglosado relativamente amplio de sus componentes utilizando modelos de predicción específicos para cada uno de ellos.

Más importante que el dato mensual es estimar cómo se proyecta el IPC hacia el futuro. De acuerdo con los modelos mencionados, el crecimiento anual acumulado del IPC para el año 1994 se predecía en el 4,2% con información hasta el mes de julio. Desde principios de este año, la predicción puntual se había situado entre el 4,3% y el 4,5%. Con el nuevo dato de agosto se mantiene la predicción del 4,2% que se hacía en julio. En estos momentos el intervalo de confianza alrededor de este valor es de más o menos 0,4 puntos porcentuales. Es decir, desde finales de 1993, una tasa de inflación para 1994 en torno al 4% o 4,5% era mucho más probable que una tasa en torno al 3,5%. Desde hace ya unos meses, la posibilidad de alcanzar el 3,5% en 1994 era mínima, y esto no es, por tanto, una novedad del dato del mes de agosto anunciado el martes.

La predicción dada de la inflación para 1994 se obtiene a partir de proyecciones de inflación en los mercados de bienes, excluidas la alimentación y la energía (inflación subyacente), del 3,4% y del 5,1% en los mercados de servicios.

La inflación actual de la economía española se caracteriza por a) una pequeña desaceleración desde el segundo trimestre de 1994 en los precios de los servicios y bienes elaborados no energéticos, y b) por un diferencial de inflación entre los mercados de bienes y los de servicios de 1,7 puntos porcentuales.

Tal diferencial es muy inferior al de los últimos años, pero viene subiendo desde principios de 1994. Si este diferencial se estabiliza en su valor actual y continúa la ligera desaceleración en la inflación de bienes, el IPC en 1995 puede ser inferior al 3,5%. Que esto se alcance requiere un empeño serio y decidido en lograrlo por parte de todos los agentes institucionales y privados.

Antoni Espasa y Fernando Lorenzo son catedráticos de Econometría de la Universidad Carlos III de Madrid.

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