La última embestida de Miura
El primer japonés que juega en Italia acaba en el hospital a los 45 minutos de su debú tras chocar con Baresi
Italia abrió esta temporada sus fronteras futbolísticas al japonés Kazuyoshi Miura, el primer jugador asiático que se integra en el calcio. El japonés firmó por el Génova y el calendario le jugó una mala pasada. El destino quiso que se presentara en sociedad en San Siro y frente al Milan. Pero el pasado domingo su puesta de largo fue sangrienta. El fogoso Miura sólo duró 35 minutos sobre el campo. Un violento choque con Bares¡ le envió al hospital con conmoción cerebral y rotura de los huesos propios de la nariz. La jugada se produjo cuando ambos saltaron de cabeza a por un balón dividido. Miura entró con la raza de un debutante que tiene a un nutrido grupo de compatriotas en las gradas - 150 periodistas japoneses, centenares de turistas nipones llegados desde todos los puntos de Italia en excursiones organizadas por operadores turísticos y dos cadenas de televisión de su país-. Baresi, curtido en mil faenas, llegó tarde al balón. El gran capitán milanista acabó el partido como una rosa. El maltrecho Miura abandonó a regañadientes el césped. Tuvieron que convencerle varios médicos del Génova. Al llegar al túnel de vestuarios tumbado sobre la camilla, con cientos de teleobjetivos irrespetuosos disparándole, pronunció sus únicas palabras: "Los periodistas italianos son más respetuosos".La pasada temporada, Miura, un delantero de 27 años, anotó 16 goles en 22 partidos de la Liga japonesa con el Verdy Yomiuri.
El jugador fue cedido al Génova por una temporada con opción a otra. La operación se fraguó gracias a un complejo entramado mercantil. Al Génova no le costó un duro. Miura aterrizó en Italia a través de una empresa nipona, que avala sus emolumentos -1.500 millones de liras (alrededor de 190 millones de pesetas)- por medio de dos patrocinadores: la firma deportiva Puma y la marca de whisky Suntory.
A su vez, el futbolista, considerado el número uno de su país, es propietario de Kazu Corporation, una sociedad limitada que ha vendido la retransmisión de todos los encuentros del Génova a la cadena japonesa Fuji Television. Miura vendió a Fuji su imagen, pero no su palabra. Sólo la Tokio TV tiene derecho a entrevistarle.
Al entrenador genovés, Scoglio, no le gustó la operación desde el principio. Scoglio recelaba de un fichaje aún más exótico de lo que pensaba. Creyendo que recibiría a un novatillo que llegaba a la escuela del calcio para probar fortuna, se encontró a un gallito que exigía su puesto de titular, dibujaba su posición en el campo y vivía en una nube de teleobjetivos japoneses que hacían guardia frente a su casa.
Tras un par de escarmientos, Miura aceptó ponerse el mono de trabajo. Como premio, Scoglio decidió bautizarle en San Siro. El técnico dudó durante la semana entre situarle en su posición preferida -la delantera- o en el medio campo. Scoglio pensó que sería demasiado alinearle como único punta frente a Costacurta y Baresi. El Génova salió sin delanteros y con Miura de interior. El díscolo japonés abandonó por primera vez su posición y se acercó a la finca privada de Baresi. El accidente posterior le convirtió en objetivo no sólo de los teles japoneses, sino de todos los diarios italianos. Algunos, como La Reppublica, no regatearon ánimos para el jugador: "Miura, al menos tuvo la satisfacción de chocar con Baresi y no con un cualquiera".
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