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El Museo de Artes Decorativas defiende su patrimonio de la carcoma

Una decena de muebles antiguos ha sido atacada por colonias de coleópteros

"No hay peligro de invasión", se apresura en asegurar Alberto Bartolomé, director del Museo de Arte Decorativas, situado en la calle de Montalbán. "Hemos descubierto 10 muebles infectados. Estamos analizando toda la colección para prevenir un contagio mayor, ya que buena parte del patrimonio es de madera", explica.La bióloga Nieves Valentín, responsable del análisis en nombre del Instituto de Conservación de Bienes Culturales, asegura que es la primera vez que un museo madrileño se somete a una revisión exhaustiva. "No sería extraño que otros también tuvieran focos de carcoma, pequeños coleópteros que son los principales enemigos de la madera en Madrid", advierte.

Muebles dañados

Una alacena del siglo XV, un mueble catalán del XVI, una consola del XVII y unas sillas del XVIII son los muebles más dañados. Los coleópteros, unos insectos de alas duras que en su tamaño adulto pueden medir un centímetro, socavan la madera por dentro y sólo es posible advertir el daño cuando terminan la galería interior y salen al aire libre, dejando tras de sí un agujerito o un pequeño montón de serrín.

Ninguno de los muebles afectados se ha dado por perdido. "No tienen daños irreparables en su estructura y hemos podido salvarlos", señala Paloma Muñoz-Campos, una de los dos restauradoras del museo. "Hemos detectado sólo 10 piezas invadidas, pero puede haber más", advierte, al tiempo que revisa, armada con unos guantes blancos y un pincel, uno de los agujeros de un arcón del siglo XVII.

Los principales descubridores de los bichos, que sólo vuelan cuando son adultos y durante la primavera, son los bedeles. "Es un medio rústico, pero no se puede hacer mucho más. Ellos nos avisan en cuanto descubren serrín cuando limpian los muebles", comenta la restauradora. La bióloga Nieves Valentín añade que hacer radiografías de los muebles u otros procesos modernos es arriesgado, porque hay que trasladar el mueble al Instituto de Conservación. "Una pieza está mucho más expuesta a partir del momento en que sale del museo", opina la bióloga.

El problema que percibe Valentín es que la larga vida de estos insectos, hasta ocho años, permite temer que muchas larvas estén ahora mismo devorando más de un mueble por dentro y no sea posible detectarlo. "La larva, fase anterior a la etapa adulta, se come la madera durante unos seis o siete años. Cuando se transforma en adulto vive uno o dos años más y pone los huevos que darán más larvas", explica la bióloga.

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El mejor banquete para esta carcoma, como se denomina vulgarmente a los cuatro grandes grupos de coleópteros, es el roble, el pino y la madera de cerezo. Afortunadamente, según Valentín, el clima seco de Madrid no es caldo de cultivo de las temibles termitas. "Practicamente no hay. Se desarrollan en climas húmedos, como el de Sevilla", expone.

El estudio realizado sobre el estado de las piezas de madera y textiles -Valentín ha descubierto polillas en cuatro tapices- estará listo dentro de un mes. Con él en la mano, la restauradora Muñoz-Campos podrá idear una nueva distribución. "Tenemos que modernizar el concepto de museo y actuar sobre el medio ambiente para prevenir el desarrollo de los coleópteros", anuncia.

Esto significa quitar las añosas moquetas que acumulan, además de polvo, huevos de insectos, y retirar las plantas decorativas, que favorecen el alojamiento de bichitos en sus hojas. "La distribución actual data de hace 25 años, cuando se pensaba que cuantos más objetos atiborraran una sala más se parecería al ambiente de una casa", señala la restauradora. En estos momentos hay unos 15.000 objetos expuestos. La bióloga Valentín añade que es imprescindible mejorar el sistema de ventilación para que el ambiente se purifique.

Solución de tres millones

Alberto Bartolomé, director del Museo de Artes Decorativas, que depende del Ministerio de Cultura, espera con impaciencia los resultados del estudio. Así podrá solicitar los tres millones de pesetas que se necesitan para comprar una unidad de tratamiento con gases inertes. De este modo, se evitaría el continuo traslado de obras al Instituto de Conservación de Bienes Culturales.La unidad consiste en una burbuja hermética en la cual se introduce el mueble y se cambia el oxígeno por un gas inerte, como el nitrógeno, para matar huevos, larvas e insectos por asfixia. En 15 días no queda rastro de animal viviente.

La bióloga Nieves Valentín señala que el único museo de Madrid que posee una de estas unidades es el Centro de Arte Reina Sofía, que la ha adquirido este año. Este verano la han utilizado para matar las termitas del soporte de una obra llegada de Puerto Rico.

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