Aires nuevos en el olimpismo
Samaranch refuerza la unidad y la gestión del movimiento olímpico moderno con la entrada de 10 federaciones internacionales
El olimpismo ha pasado 10 días en París para lograr sólo dos cosas importantes: la incorporación, sobre todo, de 10 presidentes de federaciones internacionales como miembros del Comité Olímpico Internacional (COI), y la inclusión de dos deportes, el triatlón y el taekwondo, en el programa de los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 como prólogo de la modificación del programa futuro de los Juegos. Con la disculpa de la unidad, el presidente del COI, Juan Antonio Samaranch, ha dado un nuevo paso en la modernización del movimiento que preside.La 103a Sesión anual del COI aprobó casi por unanimidad la propuesta de la comisión ejecutiva para ampliar la potestad del presidente para nombrar 10 nuevos miembros, que serán los presidentes de las más importantes federaciones internacionales.
El poder que ejerce Samaranch ha logrado que la Asamblea del COI alcance los 100 miembros, pero con una proporción ya más favorable a los representantes reales del deporte.
Samaranch, sin embargo, que ha logrado ésto, no consiguió que los miembros pierdan en el futuro su carácter vitalicio y dejará en el diario de sesiones de la 103ª Sesión de París la carta en la que les pidió un plazo razonable de permanencia en el cargo -ocho años- Quiere que quede constancia para la historia de su petición. Sigue manteniendo la opinión de que en unos años pueden cambiar radicalmente las condiciones de un miembro elegido por sus méritos para aportar algo positivo en el olimpismo. El no está en contra del método tradicional olímpico de cooptación -a dedo-, pues siempre comenta que un sistema democrático no sería eficaz. Pero sí cree firmemente que una forma intermedia, en la que estén representados al máximo los verdaderos pilares del olimpismo, las distintas federaciones internacionales y los comités olímpicos nacionales, sería lo ideal. Resulta absurdo que tomen decisiones sobre sedes, nuevos programas y organización deportiva, miembros que están hace muchos años fuera de los circuitos modernos del deporte.
La Sesión, sin embargo, según dejaron entrever algunos de sus miembros, le pidió ayer a Samaranch que aun confiando en su persona, prefería tener un mínimo derecho a opinar sobre los nombres de los 10 nuevos incorporados. Ha sido una forma de evitar en el futuro que sucesores de Samaranch puedan ejercer la norma sin tantas garantías. El propio presidente fue el que ofreció la solución a la Sesión.
Reelección
Samaranch, en todo caso, se encuentra actualmente en una disyuntiva que no se podía siquiera imaginar antes de 1992. "Yo siempre había creído que con la organización de los Juegos en Barcelona, tras 12 años en el cargo, me retiraría sin más"", ha dicho. Sin embargo, fue reelegido por unanimidad, a petición de los propios miembros, hasta 1997. Ahora, en la teórica cara por su sucesión, resulta que es de nuevo el mejor colocado.
Un miembro del COI que ni se plantea una posible candidatura al puesto, lo decía el martes en París: "Mi candidato a suceder a Samaranch es Samaranch". Y no es el único que opina en este sentido. El actual presidente reconoce que le vuelven a pedir que siga, pero es cauto, sobre todo con la edad. Tiene 74 años y sus planes sólo son de año en año, a corto plazo.
Mientras tanto, da nuevos pasos en la modernización del olimpismo, a pesar de su único gran enemigo en la actualidad, la oposición inglesa. Para ello ha reunido en París durante 10 días a más de 3.000 personas de 192 países. Un total de 3.427 que llegaron a 5.671 con los voluntarios que han trabajado para el Congreso. De ellos, 101 miembros o miembros honorarios -éstos últimos mayores de 75 años-, 132 delegados de 48 federaciones internacionales, 407 representantes de 191 comités olímpicos nacionales, 67 atletas y 738 periodistas. Ha sido una auténtica feria de vanidades para deducir lo ya sabido. Que el olimpismo debe preservar su unidad y que todos sus pilares quieren más protagonismo en el suculento pastel a repartir.
El maratón de reuniones olímpicas, que se inició con. las de la comisión ejecutiva y siguió con el Congreso, terminará hoy con la segunda jornada de la 103a Sesión. Además del cambio de la Carta Olímpica sobre la ampliación de dos a 10 nuevos miembros incorporados como potestad del presidente, se confirmará la entrada del triatlón y del taekwondo en el programa de los Juegos de Sydney 2000. En principio, se incluirán a petición de la organización de la ciudad australiana, pero es una manera de que el primero, con federación internacional independiente (ITU) desde abril de 1989, y reconocida por el COI en su Sesión de Brimingham, en junio de 1991, meta su cabeza de forma casi definitiva en el futuro programa de los Juegos. De momento sólo es provisional, hasta la primera Sesión Olímpica que se celebre después de Atlanta 96.
El Congreso se divierte
"¿Es un poco pesado este Congreso, verdad?". "Aburrido", contestó Mario Vázquez Raña, miembro del Comité Olímpico Internacional y presente de la Asociación de Comités Olímpicos Nacionales, mientras paseaba el miércoles 31 por la moderna zona de La Défense, en París, donde la semana pasada se celebró el Congreso Olímpico.Vázquez Raña, uno de los hombres fuertes del olimpismo, intervino al día siguiente en el tercero de los cuatro temas del Congreso, El deporte en su contexto social, y no se mostró precisamente aburrido. Hizo un discurso triunfal y optimista sobre el futuro olímpico. Algo real, sin duda, pero basado sin remedio en los mismos tópicos que se repitieron durante los cuatro días de un Congreso paradójicamente inútil, aunque necesario.
Nunca una sala de prensa de un acontecimiento teóricamente importante, y con tantos periodistas acreditados, estuvo tan vacía. Fue sintomático. Había demasiados protagonistas dando opiniones de tres minutos en las distintas salas del CNIT o, simplemente, disfrutando de la belleza y atracción de París.
Un Congreso Olímpico sólo es consultivo, pero quizá nunca haya sido tan poco vinculante en la historia. Y tampoco tan caro. Es casi seguro que su costo supere los 80 millones de francos presupuestados, unos 2.000 millones de pesetas. Francia ha querido apuntarse el tanto de recordar a Coubertin en el centenario de la restauración olímpica y se ha lanzado también a la piscina del protagonismo.
Patrocinadores incluídos, al COI le va a costar el tinglado más de tres millones de dólares -500 millones de pesetas-, un poco menos de la mitad de lo que aportarán el ayuntamiento de París de Jacques Chirac, y el Estado, ahora con Edouard Balladur. Con elecciones a la vista, incluso el Congreso provocó un enfrentamiento político al anunciar Balladur que Francia -no dijo París, lo que indignó aún más a Chirac, perdedor en 1986 ante Barcelona- postularía por organizar unos Juegos Olímpicos a principios del año 2000, más bien para el 2008. En cualquier caso, listón aún más alto para Sevilla 2004 y Madrid 2008.
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