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Un destino impulsado por el asesinato de Colosio

Economista de origen modesto, Ernesto Zedillo, virtual presidente de México, ha dado al PRI una inyección de oxígeno

Ernesto Zedillo Ponce de León es ya prácticamente el nuevo presidente de México. Tendrá que aguardar unas horas para asegurarse numéricamente el triunfo, pero fundamentalmente su espera durará hasta el 1 de diciembre, día en que recibirá la banda presidencial y casi automáticamente su retrato será elevado a todos los centros oficiales de la República, desde Chiapas a Baja California. Con él, México entrará en el siglo XXI, dado que los periodos presidenciales de este país latinoamericano son sexenales.Zedillo representa el salinismo y, por ende, una continuidad del México en modernización, especialmente en lo económico y ya con el Tratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte como pieza maestra. Formado en las universidades de Yale (EE UU) y Brafford (Reino Unido), este joven economista de 42 años ha conseguido con esta elección darle una nueva inyección de oxígeno al viejo Partido Revolucionario Institucional (PRI), la deteriorada fuerza política de la que prácticamente ha dependido este país en este siglo. "Yo nací casi priista y moriré priista", le comentaba Zedillo el domingo a este corresponsal en una charla informal en su despacho.

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Fue el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el primer candidato del PRI a estas elecciones, la circunstancia que le permitió a Zedillo llegar adonde ha llegado. Amigos personales e integrantes de la misma familia política dentro del PRI -la que crea y desarrolla desde posiciones centristas y con un grupo de tecnócratas el todavía presidente Carlos Salínas de Gortan- este joven economista fue su jefe de campaña, su gran confidente y su gran amigo hasta el mismo día de su muerte.

En el mes de noviembre, horas después del destape de Colosio, los especuladores y futuristas mexicanos ya hablaban de Zedillo como el candidato a partir del año 2000. Pero no fue así y su destino se adelantó seis años. Casado con Nilda Patricia Velasco, una mujer que le ha ido empujando durante esta corta campaña de cinco meses a creerse que podría ser el próximo presidente mexicano, es padre de cinco hijos, cuatro varones y una hembra.

Zedillo formó parte de la lista de políticos que desde hace dos o tres años se barajaban como presidenciables mexicanos. Amigo personal de José Córdoba Montoya, un economista francés que se integró en este grupo de tecnócratas cuando muchos de ellos estudiaban en Estados Unidos, el nombre de Zedillo fue lanzado por aquel por todos los rincones de fuera y dentro de la República. Pero no pasó de los cuartos de final, lo que no le provocó rabieta alguna ni celos de su amigo Colosio, como ocurriera después con Manuel Camacho, el gran perdedor de la batalla presidencial mexicana.

El futuro presidente de México es un hombre que pertenece al PRI desde 1971, cuando contaba sólo 20 años. No es que fuera un político convencido con la ideología priista, pero en aquellos tiempos ese partido todavía tenía que ver algo con la herencia de la Revolución mexicana y era el único trampolín que existía en el país para poder hacer política. Lo suyo, en cambio, era la economía y su carrera está vinculada al Banco de México, que fue el que le brindó una beca para estudiar en el extranjero.Hijo de un electricista, Zedillo tiene un origen modesto. Cuando era aún muy joven, su familia se vio obligada a emigrar de la Ciudad de México, donde nació él y algunos de sus hermanos, al norte de la República, concretamente en Baja California. No sólo acudió a escuelas públicas, sino que tuvo que ayudarse económicamente para sufragar su vida de estudiante con oficios tan populares en México como el de limpiabotas.

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A Zedillo lo han acusado durante la campaña de candidato débil. También ocurrió con Salinas, aunque tuvo una campaña electoral completa. Hoy, cuando ya se perfila como el nuevo presidente del país, ya le empiezan a ver de otra forma en México. Con el paréntesis de su campaña electoral y el tiempo en que colaboró con el candidato Colosio, Zedillo fue también un hombre clave en el Gobierno de Salinas. Fue precisamente quien le sustituyó en 1988 al frente de la Secretaría [Ministerio] de Programación y Presupuesto, donde ya ejerció otros cargos en el sexenio anterior. Salinas lo nombró en 1992 secretario [ministro] de Educación, lo que le permitió liderar desde este departamento una de las mayores reformas que se han hecho en el sector en los últimos tiempos: su descentralización en beneficio de los diferentes Estados del país.

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