Pendientes de vértigo

Agua, mucha agua: casi un millón de litros -el consumo humano en la región es de 1.700 millones diarios- que se derraman diariamente durante el verano en medio de la meseta árida, en Villanueva de la Cañada. Aquópolis, uno de los 34 parques acuáticos de España y, con sus 15 hectáreas, se alza en el horizonte como un oasis en el desierto.El frenesí empieza a las doce. De repente, los torniquetes de la entrada giran como locos para engullir en un tiempo. récord a los 1.500 visitantes diarios, impacientes por probar las 14 atracciones del Aquópolis. Familias, pandillas de jóvenes o parejas procedentes en su mayoría de Villanueva o las afueras de Madrid llegan con el bañador puesto y la comida en una bolsa.

La gracia no está en nadar, sino en tirarse una y otra vez con los brazos y las piernas cru zados desde los impresionantes toboganes de fibra con módulos de aceleración, que llegan a medir unos 25 metros de altura. A Óscar y a sus amigos, un grupo de jóvenes que viven en el barrio madrileño de Leganés, les gustan sobremanera los del superslide, que paran, el corazón como si te estuvieras muriendo y marean a los mayores, que no saben ni quiénes son pi dónde están cuando aterrizan en él agua.

Juan es un aficionado que viene dos veces al año desde que se abrió el centro, en 1987. De todos los toboganes queda con el kamikaze, por tener la pendiente más asesina del parque. "Tras tirarte varias veces, coges confianza, y luego haces lo que te da la gana", explica.

Murmullo del mar

La voz empalagosa de una azafata en los altavoces recuerda más el ambiente de un recinto ferial que el dulce murmullo del mar. Mientras, los pitidos continuos de los 40 vigilantes del parque se mezclan con el ruido de los chapuzones, "Haces cualquier cosa y ¡piiii!' se queja África, una veinteañera habitante de Talavera de la Reina, se parecen a Los vigilantes de la playa "Es que, entran como locos y á veces ni siquiera saben nadar", contesta Julián, un joven jefe de sección de socorrismo con cinco veranos de experiencia. Detrás de él, un compañero algo nervioso le da la razón mientras grita a un niño: '¡Por allí, no!, ¡por. detrás de la cuerda!".Para Marisa y Miguel Ángel, una joven pareja madrileña, el Aquópolis "es completamente distinto a una piscina normal". "Por algunas pesetas más [la entrada cuesta entre 1.000 y 1.700 pesetas, según la edad y el día] puedes hacer muchas más cosas que en una piscina".

Los accidentes no son demasiado frecuentes. Todos los toboganes, están cubiertos por una espuma especial para evitar los roces, aunque siempre se produce alguna lesión, como una ceja abierta. Lo que sí puede producirse son insolaciones. Norberto, un estudiante de Químicas que trabaja desde hace cinco años como camarero. en uno de los bares del parque , se llevó un día un. buen susto. "Uña señora viene toda tranquila y me dice: 'Me estoy desmayando'. Yo la veía tan sería que pensé que me tomaba el, pelo. Voy a por agua con azúcar.. Al volver, se había caído de un golpe".

Hacia las tres, la gente regresa a sus toallas, pequeñas montañas abultadas sobre las mesas de la zona pic-nic protegidas del sol por sombrillas de paja. Es la hora de las patatas fritas, el chorizo y la tortilla.

"Esto es como un parque, sindical. Hay demasiada aglomeración y pocos socorristas. He venido con mis cuatro hijos, salvo la mayor que tiene 13 años, y tengo que estar todo el rato pendiente de los demás. Es para venir una vez, por los niños, y no volver", espeta María, una elegante azafata.

La mayoría de los visitantes no son tan tajantes, pero sí les molestan las colas que hay que hacer para acceder a las atracciones estrellas, colas que llegan a alcanzar los tres cuartos de hora por las tardes.

Parques acuáticos. San Fernando de Henares, carretera de Barcelona, kilómetro 15,500, teléfono 673 10 13;, Acuapalace, paseo de la Ermita del Santo, 48, teléfono 526 17 79; Aquópolis, Villanueva de la Cañada, teléfono 815 69 11, y Lagosur, autovía Madrid-Toledo, kilómetro 9, teléfono 686 70 00.