Destino: Vicente Ruiz. Valencia. Remite: Eusebio Bazán
Una botella de burdeos bajo la leyenda "la vida es muy corta para beber vino malo"
"Amigo Ruiz: ¿Qué tal andamos? Le escribo para notificarle unos sucedidos que creo serán de grato interés para su atenta persona. Le supongo disfrutando. Yo, en el hospital, ya puede imaginarse. Todos los veranos, cuando llega la hora de irse de vacaciones, me meten por urgencias. Y usted ya sabe que no me pasa nada. Que le vamos a hacer, si los abuelos somos una carga. Aunque, bien mirado, casi que lo prefiero, porque mi nuera me tiene frito. ¡Menudo sargento! Pequeñita, pero mandona. Y como mi pobre hijo es un calzonazos... En fin, peor sería que me hubieran abandonado en una gasolinera.Lo bueno del caso es que la idea de irme a vivir con ellos fue suya. Que yo estaba tan ricamente en mi apartamento. Pues ya lo ve. El primer verano me dejaron con una tata que se guardaba el dinero de la compra y arrebuscaba en las papeleras. Yo ya les dije que una muchacha con peluca no era una mujer en quien confiar, pero bueno. El segundo año me dejaron sin tanta y los cuatro últimos en la Seguridad Social. Como esto siga así, el verano que viene me congelan y, a la vuelta de la playa, me dan unas pasaditas por el microondas.
Pero ya se les ha acabado el chollo. Me las piro, Ruiz. Como lo oye. He conocido a una mujer colombiana muy amable, que está internada por una operación de las piernas. Pasé por su sala y le dije 'hola', ella me dijo 'adiós', y congeniamos.
En cuanto se recupere volamos juntos a Bogotá. Fíjese, Ruiz, con lo que me gusta a mí el café... Ya le mandaré noticias. Ah, si ve a mi hijo, dígale que se puede quedar con la petaca de güisqui que escondo en el paragüero. Saludos de su amigo Bazán".
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