Generación X
Soy un joven estudiante de Ciencias Empresariales en la UNED, me considero uno de los miembros más veteranos de la Genera ción X (denominada así por algún autor en un derroche de excesiva imaginación -seguramente salido de las salas de cine del mismo nombre- y con algún interés creado que a todos no nos resulta fácil de adivinar). Me es difícil abandonar un toque cínico, desenfadado y agresivo, quizá es una característica de esta generación: el inconformismo con todos los status preestablecidos, no por ser preestablecidos sino por la experiencia acumulada en nuestra relación con ellos. Nos dejamos manipular por los que tienen el poder: léase medios de información -en este concepto incluyo todos los medios de comunicación de masas y de información de masas, tanto privados como estatales, por ejemplo las revistas editadas por las diversas direcciones generales con ciertos propósitos, etcétera-, Gobierno, grandes empresarios, banqueros, etcétera, pero indudablemente, y en contra de lo que muchos creen, somos perfectamente conscientes de tal manipulación, incluso de la más sutil como puede ser la periodística, la política o el engranaje cultureta -denomino así a toda la parafernalia de los premios literarios, los arribistas literarios, los desestilistas vulgares, los pelotazos, los remolcados, etcétera-. No es dificil ver cuán extensa es la descultura, pues estos individuos apoyados por los medios de comunicación hacen mella en ella, e incluso entran a formar parte de la historia de España. Se convierten en otro engranaje consumista de la economía, abandonando el sig-
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nificado genérico de a lo que piensan que contribuyen: literatura, pintura, escultura, etcétera.
Estamos indudablemente heridos con la clasificación despiadada, tendenciosa y eminentemente simple que nos proponen en algunos elementos, ciertamente afamados, de los medios de comunicación sobre la Generación X. Creo que muchos de ellos hablan sin haberla conceptuado sociológicamente, sin haberla analizado psicológicamente, sin haberla, ni siquiera, tratado habitualmente más que como padres, madres o hermanos muy mayores. Es evidente que en el principio prolifera el señor que se cree alguien simplemente porque le dejan escribir todo aquello que quiera: ¿son pagos políticos obligados?, ¿son favores intergeneracionales?, ¿son correligionarios faltos de ayuda para sustentarse?, ¿se creen que nadie se ha preguntado por qué ese pacto tácito entre periodistas para no acusarse, no criticarse, no enjuiciarse?.-
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