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Antón alcanza la cúspide

Abel Antón entró en la historia de los campeonatos al conquistar su segunda medalla, ésta de bronce, en los 5.000 metros. Sólo la rusa Irina Privalova (oro en 100 y 200) y el noruego Moen (oro en 200 y plata en 100) consiguieron también un doblete de medallas. El orgullo del atleta era el de haberse "consagrado entre los mejores corredores españoles de la historia". Para ello tuvo que superar una de las finales más complicadas de los Europeos: a falta de 300 metros, con los motores rugiendo a toda potencia pero sin haber soltado todavía el embrague, diez atletas todavía se miraban unos a otros para ver quién se atrevía a desencadenar el ataque.Que una final de 5.000 metros se resuelva en un sprint de 200 es complicado. Puede ganar cualquiera, porque no sólo los mejores llevan papeletas. Antón y Anacleto Jiménez las llevaban, después de que Castro (Portugal) estirase el indolente grupo. Los dos españoles querían hasta ganar. Hubo un tercero, Carlos Adán, pero con menores opciones, dada su velocidad y resistencia; luego dio la sorpresa y quedó incluso por delante de Jiménez. De Antón, no, porque los auténticos campeones actúan al margen del azar.

Antón compitió con prudencia. Tenía los gemelos aún castigados de la final de los 10.000 metros y no mostró ninguna prisa por ir rápido. Al contrario, estaba encantado de que fueran todos juntos, tan despacito en el grupo. Sus posibilidades se reducían, pero los gemelos se lo agradecían. Ya se encargaría él al final de colocarse y sprintar, que condiciones sobradas tiene para ello. Tomó posiciones cuando tenía que hacerlo, a falta de dos vueltas, superando incluso a Jiménez que era, de todos los españoles, el que mayor ambición tenía.

Antón tuvo posibilidades de ganar, pero en otras condiciones. Pese a que la carrera no se ajustó a sus condiciones -para él es mejor un ritmo de 13.20, 15 segundos más rápida que ayer- llegó a estar en primera línea en el momento que se dio el disparo de salida para el sprint. Cedió ante Baumann (Alemania) y Denmark (Reino Unido), pero en una carrera a un ritmo ligeramente más rápido y sin estar castigado por la doble competición que afrontó, no es inferior a ellos. Los tres forman la armada blanca ante el imperio africano; son los únicos capaces de intercalarse entre ellos, incluso de ganarles, como hizo Baumann en los Juegos de Barcelona. El reparto de medallas fue, pues, el correcto y lógico pese al alboroto final.

Antón, pese a no ganar, aseguró tener razones para estar más contento con ninguno: "Se van con una medalla y yo con dos. Podían haber sido ambas de oro, pero he hecho historia y estos campeonatos los recordaré toda mi vida".

Sobre si esta actuación colma sus aspiraciones, Antón dijo: "Dos medallas en una gran competición como los Europeos son un gran éxito, pero El Sueño de todo deportista es ser campeón olímpico".

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