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El Supremo ruso acepta que los golpistas 1991 actuaron para salvar a la URSS

El general Valentín Varénnikov, el único de los golpistas de agosto de 1991 que no aceptó la amnistía y exigió que se continuara el proceso contra él por traición a la patria, fue absuelto ayer por la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo de Rusia. Los jueces aceptan en su sentencia que Varénnikov, y por tanto los demás golpistas, actuaron de buena fe guiados por los intereses de la URSS y creyeron legítimamente que podían contar con el acuerdo implícito del entonces presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, para dar el golpe.Alexandr Rutskói, uno de los principales opositores al golpe de Estado contra Mijaíl Gorbachov, felicitó calurosamente a Varénnikov por su "brillante victoria", mientras que Gorbachov, dolorido por la decisión, comentó. irónicamente: "Se nota que avanzamos hacia un Estado de Derecho".

El fin del juicio contra el Comité de Emergencia que el 19 de agosto de 1991 impuso el estado de excepción en Moscú, introdujo los tanques en la capital y aisló al presidente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, en Forós (Crimea), donde se encontraba de vacaciones, significa un triunfo político para las fuerzas antirreformistas.

Aquel agosto, ocho altos cargos de la URSS tomaron el poder para detener el proceso de reformas e impedir la firma del nuevo Tratado de la Unión, que fijaba un nuevo tipo de relación entre las repúblicas que formaban la URSS y el centro. Los golpistas veían esta mayor autonomía de las repúblicas soviéticas como el comienzo de la desintegración de la Unión Soviética, y fue precisamente eso lo que trataron de impedir.

Efecto contrario

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Sin embargo, sus acciones tuvieron el efecto contrario, y en los días siguientes al golpe se produjo un rosario de declaraciones de independencia por parte de las repúblicas soviéticas. Todos los esfuerzos emprendidos por Gorbachov para preservar de alguna manera la Unión fracasaron. El 8 de diciembre de 1991, los presidentes de las tres repúblicas eslavas (Rusia, Ucrania y Bielorrusia) firmaron en Bielorrusa el acto de defunción de la URSS, que fue ratificado a finales de año en Kazajstán.

Las otras 11 personas procesadas por haber participado en el golpe -entre ellas, el vicepresidente soviético, Guennadi Yanáiev, y el jefe del Parlamento, Anatoli Lukiánov- aceptaron la amnistía aprobada por la Duma (la Cámara baja del Parlamento ruso) en febrero pasado. Sólo Varénnikov, que era comandante de las tropas de tierra de las Fuerzas Armadas soviéticas, exigió que continuara el proceso contra él. Con ello pretendía lavar su honor de soldado y demostrar que los golpistas eran en realidad patriotas que trataban de salvar a su país, mientras que el verdadero traidor era Mijaíl Gorbachov, quien llevaba a la Unión Soviética a su total desintegración.

Varénnikov, lejos de arrepentirse de sus acciones, lamenta que los golpistas fracasaran y no lograran preservar la Unión Soviética. "En agosto de 1941, antes de partir al frente a combatir al fascismo, prometí solemnemente fidelidad a mi patria. En agosto de 1991 me enfrenté a otro enemigo, un enemigo disfrazado, mucho más peligroso, que deseaba destruir mi patria. No me arripiento de lo que hice, pero siento amargura de no haber podido salvar a mi país", dijo Varénnikov en su última intervención ante el tribunal.

La sentencia del Tribunal Supremo ruso pone punto final a tres años de acciones judiciales que han llenado decenas de volúmenes, en un proceso aplazado en numerosas ocasiones bien por razones de procedimiento o bien por problemas de salud de los procesados.

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