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España fracasa ante china

La selección sufrió un varapalo en la segunda parte y cayó por 78-76

España retorna al pozo oscuro y frío del grupo de los parias del mundo baloncestístico. Y lo hace a lo grande, perdiendo con China, que, por mucho que le ganase a Brasil, no por ello deja de ser China: una selección a la que hasta hace muy poco le ganábamos por 40 puntos. Se tira por la borda bastante trabajo, mucha esperanza y demasiadas ilusiones. Fueron 20 miserables minutos los del segundo tiempo que pasarán a la historia del baloncesto en la misma página que la derrota de Angola. Aquélla estaba escrita con antelación, se veía venir y tenía que llegar, por lo que de alguna forma fue positiva, al poner fin a una nefasta agonía. Este inmenso borrón ha tenido la inmensa crueldad de lo inesperado. Se ha derramado toda la tinta de golpe, cuando parecía que por fin los renglones estaban saliendo derechos.España perdió un partido que tuvo más que ganado. Alertado por lo que le ocurrió a Brasil, el equipo español salió dispuesto a poner a China en su sitio. Sainz introdujo una variación con respecto a anteriores compromisos, y Herreros fue incluido en el quinteto titular en detrimento de Jiménez. Todo estaba funcionando, a las mil maravillas. Ferran hacía de Shaquille O'Neal (20 puntos en la primera parte), y una buena defensa no dejaba maniobrar con comodidad a los tiradores chinos. Sin prisa pero sin pausa se fueron aumentando las diferencias, y en el descanso (46-31) se hablaba más de los próximos rivales (Croacia, Grecia y Canadá) que del partido. Algo parecido debió de ocurrir en el equipo español. Por arte de magia desapareció toda la concentración exhibida y Comenzó el descenso a los infiernos.

Aprovechando la empanada gallega con la que inició el segundo tiempo el equipo español, China fue cogiendo confianza.

Empezaron a meterlas desde detrás de la línea, y el número 14, haciendo su trabajo debajo de la canasta. La siguiente consecuencia fue que, animados por su acierto ofensivo, sacaron el hacha en su defensa. Cuando España vio las orejas al lobo (59-60, minuto 30), este había crecido demasiado. Era grande, rápido y certero desde todas las posiciones, por lo que se asustó. Había encajado un parcial de 13-29, había dilapidado su inmensa fortuna, se encontraba por primera vez con el marcador en desventaja, y el equipo contrario estaba lanzado. La ausencia de concentración daba paso al segundo problema. La convivencia con la posibilidad del fracaso. O sea, el miedo a perder.

Como en otras grandes ocasiones la cohabitación fue un desastre. Se acababa el tiempo, y el lobo aumentaba de tamaño minuto a minuto. Hasta Epi sufrió sus consecuencias fallando un uno más uno crucial. Nadie en tendía lo que estaba pasando, y, lo peor, nadie pudo solucionarlo. Los gritos desde el banquillo salían con el claro tinte del temor. Se intentaba defender con fiereza, pero China había entrado en estado de gracia.

El descalabro se consuma. Faltó concentración y sobró miedo. Las lágrimas se derraman. Hará falta un poco de tiempo para poder evaluar el daño que puede provocar esta derrota. La pesadilla no ha hecho más que empezar. De entrada, ya no serán ilustres equipos como Croacia, Canadá, Grecia, Puerto Rico o Australia los próximos rivales. Como ocurrió en Argentina, sus nombres serán Corea, Egipto, Cuba o Argentina. Y también Angola. Lo que faltaba.

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