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Los suplentes del Atlético no dan la talla

El segundo test del nuevo Atlético le envió a Maturana unos cuantos problemas. Le enseñó que, salvo contadas excepciones, no dispone de un banquillo muy cualificado; le ratificó la falta de acierto de los suyos en el remate, ya sea en la versión penaltis o en jugada corrida, y le confirmó que la decisión de elegir el portero titular le va a resultar costosa. Y por decir, le dijo lo que a tantos otros entrenadores del Atlético que lo han intentado: Solozábal no debe jugar jamás como medio centro.Es curiosa la tendencia que muestran los técnicos del Atlético en adelantar la posición de Solozábal. Insisten en el experimento y se estrellan siempre. El futbolista rojiblanco asoma en el centro del campo todas sus carencias, pero allá lo mandan. Solozábal tiene que actuar de lo que es, un defensa.

Maturana cometió el error tras el descanso. Antes, en la primera mitad, había arrojado a sus suplentes, reforzados con cuatro chavales del filial, a los leones: el Arsenal, vigente campeón de la Recopa y fiel exponente del modelo británico. Y los reservas no se arrugaron. Aceptaron el cuerpo a cuerpo que les propusieron los ingleses, se contagiaron de su fútbol aéreo y se defendieron con agresividad. No enseñaron fútbol, pero cumplieron.

En la segunda mitad salieron tres titulares, Manolo, Solozábal y Kosecki, pero demasiado cansados por el encuentro del día anterior. El Arsenal arrinconó a los rojiblancos en su caseta, los obligó a enmudecer y les llenó de disparos venenosos. Entonces, apareció Diego, tiró media docena de intervenciones soberbias y salvó el empate a cero. Luego, ya en la tanda de penaltis, el Atlético acabó por doblar la rodilla.

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