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El Atlético no dijo grandes cosas en su estreno

El Aston Villa derrotó en los penaltis al equipo de Maturana

El estreno de Maturana no dio mucho de sí. Ya se esperaba, claro. El Atlétido enseñó su nueva distribución geográfica, asomó algunos de los movimientos que marcarán su identidad a lo largo de la temporada, los fueras de juego sobre todo, y dejó sobre el césped cuatro o cinco buenos detalles. Poco más. Demasiado pronto para descubrirle un mejor aspecto. El Atlético vive aún en época de esperanza.Los rojiblancos tienen excusas a las que agarrarse para justificar su palidez inicial. La revolución táctica e ideológica que emprende Maturana necesita tiempo para su asimilación; el estado físico de los jugadores anda aún en época de rodaje, y faltaban Caminero y Simeone, las dos piezas sobre las que debe apoyarse el enésimo proyecto. Además, el Atlético evitó un resultado negativo escandaloso, que se temía, y evitó así tener que dar demasiadas explicaciones. El proceso de aprendizaje sigue su curso natural. No conviene precipitar el ajuste de cuentas.

La cita, con todo, lanzó un puñado de mensajes. Positivos y negativos. Entre los primeros el que más sonó más alto fue el que gritó Kiko. El gaditano demostró una vez más su talento para resolver con brillantez situaciones ofensivas comprometidas. Estamos ante un futbolista que puede entrar en el grupo de importantes, pero tiene que decidirse. No basta con dos o tres apariciones por partido. Tampoco con media docena de magníficos encuentros. Kiko debe desprenderse el cartel de prometedor y explotar de una vez por todas. Las dimensiones del nuevo Atlético dependen del- rumbo que quiera tomar este jugador.

La seguridad que ofreció Abel, muy rápido en sus obligados viajes por los alrededores del área (exigencias del sistema), y la jefatura en la línea defensiva de Solozábal fueron también aspectos destacables del primer ensayo del Atlético. El defensa mostró su celeridad y sentido para leer las instrucciones tácticas, por diferentes que sean, y su personalidad para guiar hacia ellas a sus compañeros.

El partido también reveló cuestiones negativas, aunque ya conocidas: la eterna pelea que Kosecki mantiene con el balón (lo conduce siempre incontrolado), el riesgo que supone jugar al fuera de juego sin sincronización en la presión y la salida (hacerlo mal, vamos) y la carencia de un goleador de garantías. El estreno no dijo grandes cosas.

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