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Entrevista:MUJERES

"Nunca he tenido interés en ser ministra"

Tiene 54 años, tres hijos y un nieto. La directora del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), María Corral, es desde hace tres años y medio el objetivo más observado, para bien y para mal, por la gente del mundo del arte. Considerada por muchos como un prototipo de soberbia y antipatía (de pequeña su madre anunció: "María, terminarás ladrando"), es una mujer firme y segura en todo lo que hace. No sabe lo que es transigir ni está dispuesta a negociar, convencida de que es muy poca la gente que, como ella, tiene la preparación y la pasión necesarias para dirigir un museo.Pregunta. En tres años y medio que lleva usted al frente del museo se ha convertido en la mujer fuerte del Ministerio de Cultura.

Respuesta. No lo creo en absoluto ni sé. bien qué significa eso. Creo que la mujer fuerte del ministerio es la ministra. Soy la directora del Reina Sofía y estoy haciendo mi trabajo. En serio que no he hecho nada más que mi trabajo.

P. No se le escapa a usted que, desde la llegada de Carmen Alborch, uno de los primeros cambios de los que se habló en todos los medios fue precisamente el suyo. Han caído ya ocho directo res generales, y de los dos que que dan, uno es usted.

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R. Yo no he entendido nunca esos rumores. Siempre se ha dicho que esos rumores salían de fuentes próximas a la ministra, pero nunca, en las múltiples entrevistas que he tenido con ella, he percibido, nada. Entre otras cosas, porque lo que se puede hacer dentro de un museo, con los presupuestos que tienes, es muy limitado. Si eres un, poquito sensata y llevas mucho tiempo en esto, tiene! que administrar bien y mejorar la estructura y funcionamiento del museo.

P. Pero que la colección contenga tales o cuáles artistas, o que las compras sean unas y no otras, sí depende de usted.

R. Yo hago unas propuestas muy amplias, todas justificadas, sobre las exposiciones, las compras y la colección. Esto es de Perogrullo. Luego el patronato decide, pero yo me limito a cumplir con mi trabajo.

P. Lleva usted más de veinte años dedicada al mundo del arte contemporáneo. ¿A qué se quiere dedicar de mayor?

R. De mayor quisiera estar en el campo.

P. ¿No se siente atraída por el Museo del Prado?.

R._No. Creo que puedo hacer un mejor trabajo dentro del arte contemporáneo. Y, de verdad, no creo que haya mucha gente con la preparación y la pasión necesarias. Yo llevo desde 1971 en el arte actual como profesional. Es una preparación de autodidactos y es una pasión, un esfuerzo, muchos viajes, mucho participar en actividades internacionales, ya sea como jurado, como asesora, discutiendo con especialistas de todo el mundo. Creo ue puedo hacer un trabajo mejor en el arte contemporáneo que en cualquier otro campo.

P. ¿Nunca ha soñado con ser ministra?

R. No. Nunca he tenido interés en ser ministra, ni ninguna otra cosa ajena a mi especialización. Para serlo hacen falta otras condiciones que yo no tengo.

P. Ser algo más diplomática, por ejemplo.

R. Un día hubo una discusión muy divertida en el museo sobre eso. El día de la inauguración de Ryman, el comisario dijo a Miguel Satrústegui que tenían en la directora del Reina Sofía a una gran diplomática. Miguel le contestó que yo podía tener todas las virtudes menos ésa.

El comisario respondió que en su país un buen diplomático es el que tiene unas relaciones internacionales excelentes. Pero, en fin, sí, soy poco diplomática, porque me cuesta mucho enmascarar la verdad, y cuando no estoy avisada y me pescan por sorpresa se me nota todo. Si tengo tiempo de preparar la actuación puedo no tener mayores problemas. Si se me sorprende, el encuentro puede ser un desastre.

P. Usted no milita en el PSOE. ¿Ha militado alguna vez en política?

R. No. Soy progresista, pero sólo he tenido militancia feminista en una asociación en la que estaba Cristina Alberdi.

P. ¿Ya no es necesaria la militancia feminista?

R. Es necesaria la lucha feminista, aunque de una forma muy distinta a la de hace años. Entonces éramos un grupo de información que organizábamos cursos, ciclos de cine, de teatro. Eran años en los que había que informar de la necesidad de la igualdad. Ahora estamos en la etapa de llevar a la práctica aquello por lo que luchábamos. Yo estoy llevando a la práctica desde hace años mis creencias feministas. Se ha avanzado mucho, pero quedan cantidad de cosas por hacer.

P. De todas formas, el mundo del arte ha sido un campo aparentemente cómodo para las mujeres.

R. Es un mundo que ha sido habitualmente menos discriminatorio que otros sectores, porque, si se fija, hay muchas menos artistas mujeres que hombres. O ha habido. A la hora de tener un trabajo por el que la posibilidad de remuneración era dudosa, era la mujer la que renunciaba. El hombre se ha dedicado al arte mientras su mujer se ocupaba de traer dinero seguro a la casa. Si la pareja es de artistas, no ha habido duda en quién renunciaba: ella. Además, el trabajo de artista exige mucha dedicación. Si la mujer tiene una casa y unos niños, es demasiado complicado.

P. En su experiencia como cargo público, ¿ha percibido alguna desconfianza por ser mujer?

R. Personalmente, no. Pero sé que se produce. En un cargo, entre un hombre y una mujer, se elige al hombre. Si se piensa en una mujer es porque es excesivamente evidente que ese puesto lo ha ganado una mujer de manera indiscutible.

P. ¡La decepción política repercutirá en la creación artística?

R. No en la calidad, aunque es posible que sí en la expresión. A los artistas les influye, el medio, y estamos en un momento de desilusión política, filosófica... Creo que los artistas reflejan su tiempo. Lo que hagan no tiene que ser peor, puede ser mejor. No se crea al margen de las cosas. Puede haber un arte más esperanzado.

P.Históricamente la voz de los artistas se ha dejado oír. ¿Le sorprende el silencio actual?

R. A mí no me sorprende. La mayoría de los intelectuales son apolíticos en el sentido de militancia. Son políticos en sus convicciones y, generalmente, son de izquierdas. Todas las protestas se han hecho para denunciar situaciones que consideraban injustas.

P. Puede que haya demasiada relación con el poder.

R. Quizá no ocurra ahora eso que siempre reclama Aranguren, que el intelectual tiene que estar siempre oponiéndose, denunciando. Pero creo que durante el franquismo hemos denunciado tanto que son momentos en los que bajas la guardia. Ahora puede que se manifieste la oposición de otra manera, no necesariamente en público. Tu sentido ético te puede pedir un grito o una protesta en silencio. No conviene olvidar que culturalmente se han hecho muchísimas cosas. En el franquismo, quienes teníamos acceso a la cultura éramos un grupo muy reducido de personas, pero ahora todo es infinitamente más general.

P. Las visitas masivas a los museos han sido un cambio notable. ¿Cree que es positivo?

R. Sí, muy positivo.

P. Pues esas visitas se acaban al terminar la gratuidad de los museos.

R. Esperemos que no.

P. ¿Consigue que sus gustos personales no pesen demasiado a la hora de programar exposiciones o de comprar?

R. Jamás impongo mis gustos personales, y siempre tengo presente que manejo dinero público. No soy caprichosa.

P. Habrá tenido que programar exposiciones que personalmente no le gustaban.

R. Creo que todo lo que he programado era interesante; si no, no lo hubiera hecho.

P. ¿También la famosa antológica de Antonio López? ç

R. Siempre me interesó Antonio López.

P. Pero puede que ése haya sido el capítulo más conflictivo de su gestión.

R. Más que conflictivo fue el más injusto. Primero, porque no se puede orquestar una campaña y prepararla para que salga al día siguiente de inaugurar la colección del museo para que no se hable de la colección permanente. Fue cargarse el trabajo y el esfuerzo hecho por mucha gente durante muchos meses. Tampoco se podía tirar el dinero público y el dinero ya gas tado en la exposición. Sabiendo que en el museo no hay buena obra de los realistas, salvo la de López Hernández, decir que ha sido un capricho de la directora no dedicar un espacio a los realistas me parecía muy grave. Estuve ten tada de montar una sala para que vinieran a pedirme que la desmontase por las obras que había en el museo, pero opté por la sensatez.

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