Los japoneses exportan a todo el mundo los dibujos animados que prohíben ver a sus niños
Los niños japoneses no ven dibujos basura. Los reyes de las historietas animadas, que proveen a todas las televisiones del mundo, cuidan al detalle el producto que consumen en casa. Las series violentas, competitivas y destructivas son para la exportación. A su público infantil sólo les llegan los dibujos que han pasado el filtro de un severo comité formado por psicólogos, pedagogos y productores, y cuyo veredicto no admite otros valores que la ecología, los valores sociales y la educación para la paz. Ésta es una de las conclusiones de un estudio de la pedagoga Esther del Moral.
"La directora de la cadena japonesa NHK me contó que La bola de Dragón sólo se transmite de madrugada, porque se considera una serie para adultos, ya que incluye destrucción y viejos verdes que miran a las niñas por el ojo de la cerradura. Pero esas producciones se venden muy fácilmente en Europa y otros continentes. Las cadenas extranjeras las compran al kilo en Japón para poder satisfacer las exigencias de sus mercado", afirma Esther del Moral, pedagoga madrileña de 29 años que ha investigado en su tesis doctoral los efectos de la televisión en los niños.Su investigación se centra en dos ejes. El primero es un análisis de los dibujos animados, su estética y sus contenidos. El segundo es el resultado de medir la percepción que de los dibujos animados tienen 550 niños y niñas, con edades comprendidas entre los 8 y los 12 años, de la Comunidad de Madrid.
Según Del Moral, la televisión no tiene por qué ser una enemiga de los niños. "No soy apocalíptica. Considero la televisión, potencialmente, un ente educativo, entre otras razones, por el alto porcentaje de tiempo que el niño le dedica diariamente. Los modelos televisivos pueden implicar cierto riesgo, pero cada individuo es un mundo y por ello no podemos decir que todo lo que vea en la pantalla lo llevará a la práctica".
En los últimos tiempos, el reinado norteamericano de dibujos animados se ha tambaleado con la aparición de las series japonesas. Del Moral contrapone y compara la estética y los contenidos nipones con los norteamericanos: "Las series japonesas van cargadas de mensajes de destrucción. Un tema recurrente es salvar a la Tierra de ataques extraterrestres. En las series deportivas los personajes luchan por el éxito, aún a costa de sacrificios personales importantes, y se establecen dicotomías entre los roles masculinos y femeninos. Cuando chico y chica deben realizar una misma actividad física, él siempre es el primero en realizarla. Lo más impresionante es que los niños japoneses no ven esos programas, sino series cuyos contenidos han sido regulados por comités compuestos de sicólogos, pedagogos y productores, e incluso, emitidos en dos idiomas.
En los contenidos de la serie norteamericana Los Simpson hay una crítica ácida de la sociedad, pero no ofrece alternativas a una situación caótica, en la que la rebeldía de los hijos ha desbáncado la autoridad del padre. Los Picapiedra subrayan el valor de la amistad sobre cualquier otro y pone de manifiesto a una sociedad machista. Algo que se mantiene en Los Simpson, donde todavía la mujer no ha salido de la cocina.
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