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Reportaje:

Ángeles de la Guarda en el infierno de Moscú

Grupos de voluntarios extranjeros tratan de combatir el crimen en la capital rusa

Pilar Bonet

¿Quién va a poder a quién? Ésta es la cuestión que se plantea esta semana con la llegada a Moscú de los Ángeles de la Guarda. La capital de Rusia es un hueso duro de roer incluso para esta organización de voluntarios empeñados en luchar contra el crimen, que operan actualmente en 40 ciudades norteamericanas y otras urbes del mundo.De momento, las opiniones son divergentes. El diario más popular de la capital, el cáustico Moskovski Komsomolets, ya ha pronunciado su veredicto: los Ángeles de la Guarda, "como todos los extranjeros", son "ingenuos", y así lo ha demostrado la primera salida a las calles de la ciudad de una patrulla formada por seis voluntarios, tres hombres y tres mujeres.

La patrulla se dedicó a repartir folletos propagandísticos con la esperanza de reclutar voluntarios para patrullar todo Moscú, una urbe de más de nueve millones de habitantes. En su primera salida, los Ángeles de la Guarda se toparon con uno de los muchos grupos de gitanos que pululan por la ciudad e intercambiaron prestaciones: los Ángeles de la Guarda les dieron una conferencia y los gitanos les leyeron la buenaventura.

En la misma línea dura que caracteriza al alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, Moskovski Komsomolets asegura que, a diferencia de los bandidos de Nueva York o Londres, los de Moscú sólo pueden ser convencidos a punta de pistola de que cuando matan o violan están transgrediendo la Declaración de los Derechos Humanos. Los Ángeles de la Guarda van desarmados, y sólo llevan una camiseta distintiva y una boina roja.

Este escepticismo de los lugareños no desanima a Curtis Sliwa, el fundador de los Ángeles de la Guarda, según el cual Moscú es una ciudad tranquila comparada con la violencia abierta de las ciudades norteamericanas. Sliwa prevé que los males del capitalismo, tales como el tráfico de drogas y el robo, aumentarán en el futuro, y busca un local para dar un curso de entrenamiento de tres meses a sus fichajes locales, que en los primeros días sumaban una docena de personas.

En el pasado, la URSS tenía sus propias tradiciones de voluntarios en materia de orden público. Se trataba de los druzhiniki, los ciudadanos obedientes de la ley, que, con una banda roja en el antebrazo, se paseaban en parejas por los barrios y dedicaban sus esfuerzos sobre todo a recoger a los borrachos del suelo, salvándoles en invierno de la muerte por congelación. Los druzhiniki, que tienen derecho a llevar un bastón, siguen funcionando en Moscú, donde suman varios miles de Personas.

En los dos primeros días de esta semana se han cometido en Moscú un total de 300 delitos (103 el lunes y 197, entre ellos 3 asesinatos, el martes). Según el fiscal general en funciones, Alexie Iliushenko, en 1993 se registraron en Rusia 30.000 asesinatos. En el mismo periodo, en Estados Unidos hubo 24.500 asesinatos, una cifra inferior a la rusa no sólo en términos absolutos, sino también relativos, teniendo en cuenta que la población rusa es de menos de 150 millones de habitantes y la norteamericana supera los 250 millones de personas.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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