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El voluble Daly

Carlos Arribas

Volátil fue el liderato del voluble John Daly. El pegador norteamericano, el hombre que más fuerte le da a la bola, marchaba, viento en popa, tres birdies encadenados en los nueve primeros hoyos y un -5 global: la ascensión irresistible. O eso parecía. Hasta que Daly perdió su bola. Más de un suspiro de alivio se oyó entre los muros del venerable Royal & Ancient Club. "Claro que me extrañó muchísimo que nadie fuera capaz de encontrar mi bola", dijo acalorado el rubicundo jugador. Había sido en el hoyo 10. Allí se rompió su línea ascendente. La pérdida entre los matorrales agitados por el viento le supuso un golpe de penalización y volver a empezar. Allí se marcó 7 golpes, y en el 11, un doble bogey. Su ventaja expiró y regresó al pelotón de los mortales. "Ahora", dijo después de los avatares pasados, "me duele la espalda y simplemente estoy alegre por haber podido sobrevivir. Me voy a casa a sacarme el cuchillo del corazón".Metafórico le había dejado el desagradable día a un hombre temido en los salones de moqueta de las casas club por su tendencia a entrar como un elefante en una cacharrería y a hablar más de la cuenta de temas desagradables para la sociedad golfística. La última vez, el domingo pasado en el sensacionalista The Sun. "Sí", dijo, "mucho hablar de que yo le daba al alcohol, y yo no lo negaba, pero aquí, en el circuito, hay muchos jugadores que le dan a la cocaína y nadie dice nada de ellos". El sector conservador enseguida reaccionó como si fueran doncellas ofendidas. "John Daly debería arrastrarse por debajo de la piedra de la que ha salido", dijo con rapidez el veterano Curtis Strange.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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