Semana negra de la información
La tarea más habitual de los medios de comunicación consiste en preguntar. La prensa, la radio y la televisión auscultan a todas horas a la sociedad y a las instituciones en nombre del derecho de los ciudadanos a saber. Pero muchas de las empresas de comunicación de España callan sobre sí mismas, cuando no se dedican a sembrar la confusión. Y en ocasiones llegan a conseguirlo.¿Algún lector ha logrado averiguar los verdaderos resultados económicos de la COPE? La prensa del viernes se ocupaba de ello, puesto que la cadena de emisoras de la Iglesia había reunido junta de accionistas el día anterior para aprobar las cuentas. Según Abc, la COPE había perdido 1.953 millones de pesetas; para EL PAÍS, sólo habían sido 400 millones. El Mundo, por su parte, no publicaba el resultado del ejercicio objeto de la junta, sino que destacaba los 519 millones que la cadena de radio decía haber ganado en el primer semestre del año en curso.
Ante tanta disparidad, este periódico solicitó a la COPE su balance, cuenta de resultados y auditoría, único modo de informar a los lectores sobre la base de documentos fehacientes. Imposible. El gabinete de comunicación no pudo facilitar nada de esto y también se mantuvo ilocalizable el director general.
Su consejero delegado, Eugenio Galdón, aprovechó recientemente una comparecencia en el Congreso para proponer a los diputados una transparencia total de los medios de comunicación. Una semana después de tal iniciativa, la COPE cerró a cal y canto las puertas de su junta ordinaria -un mes antes había hecho lo mismo con otra junta extraordinaria- y no entregó los documentos mencionados.
Pero no se trata sólo de la COPE. La última semana de junio ha sido la culminación de una carrera por la opacidad. Entre otros, ha celebrado junta el grupo Recoletos (editor de Marca, Expansión y otros títulos), que tampoco ha accedido a facilitar los documentos antedichos, si bien ha publicado algunos datos en sus periódicos. Cambio 16, Diario 16 o Tele 5 no habían informado de nada hasta ayer.
Abrir o cerrar puertas
Muchas de las empresas de comunicación distorsionan los resultados obtenidos o no facilitan los datos que más tarde deberán ir a los correspondientes registros públicos. La primera medida, por tanto, es retrasar en varios meses el conocimiento de su situación. Hay ejemplos de la postura contraria: el grupo PRISA (EL PAÍS, Cinco Días, la SER y Canal +, entre otros medios) o la editora de El Mundo, que practican una política de puertas abiertas a la información sobre los resultados de cada ejercicio vencido. Nada parecido al Abc, que, año tras año, da instrucciones a sus servicios de seguridad para impedir que periodistas de otros medios presencien sus juntas.
A finales de mayo, los profesores universitarios Alfonso Sánchez Tabernero y Loreto Corredoira presentaron un informe elaborado para la Comisión Europea sobre Transparencia y Control de los medios informativos y llegaron a la conclusión de que España, después de Italia, es el país menos transparente en relación con la propiedad y el funcionamiento de estas empresas.
Los medios desnudan a la sociedad, al Gobierno, a las demás instituciones; juegan un papel en la consolidación de la democracia o en la lucha contra la corrupción; pero muchos de ellos mantienen una férrea coraza sobre sí mismos. No muestran las cartas con las que juegan, ni siquiera sus cuentas. Lo hacen los bancos, las compañías de energía, las de telecomunicaciones, las de alimentación, las constructoras; pero no la mayoría de los medios de comunicación.
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