Declaraciones clasistas
El alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, acaba de declarar públicamente su desagrado por la, a su juicio, impertinente pretensión de algunas personas de vivir en Madrid "sin ser llamados".Sin entrar en valoraciones más profundas, de las palabras del alcalde se deduce no sólo que hace claros distingos entre los madrileños de nacimiento y los de adopción, sino que distingue además entre madrileños ricos y pobres. Según esta tesis, la ciudad tendría las puertas abiertas a quienes llegan con una situación económica saneada, en cambio quienes carecen de bienes deberían esperar a ser llamados. Cabría preguntarse: ¿por quién?, ¿para qué?, ¿cuándo?
En el colmo del sarcasmo, en una actitud que recuerda mucho la de la pobre María Antonieta preguntando por qué no comían pasteles los parisienses que no podían comer pan, el alcalde se pregunta por qué los inmigrantes no se quedan en sus pueblos o países. Se podría responder al alcalde con varias razones. Por ejemplo, que en muchos pueblos, en muchos países, en regiones enteras del planeta, millones de personas subsisten por debajo de los límites de la pobreza; algunos, menos afortunados, incluso mueren de hambre. De estos hechos dan fe las estadísticas, los informes de Naciones Unidas y los medios de comunicación que se cuelan en nuestras casas a diario, pero que parece desconocer el alcalde de Madrid.
La Federación de Mujeres Progresistas, que gestiona cuatro programas de solidaridad (Mujeres Inmigrantes, Kanguros, MuJeres Gitanas y Alfabetización de Adultas, dirigidos a mujeres en dificultades), y, en general, quienes desarrollamos algún tipo de trabajo social, sí sabemos por qué los inmigrantes no se quedan en sus pueblos o países, por eso hacemos todo lo que podemos, señor alcalde. La solidaridad con los más débiles no es, por cierto, uno de los atributos del gobierno del Ayuntamiento, aunque la ciudad de Madrid, que siempre ha sido abierta, no tiene la culpa.
El propio Álvarez del Manzano llegó también de fuera. Ignoramos si él fue de los llamados o es que se considera a sí mismo de los escogidos. La historia nos enseña que este alcalde pasará, y la convicción en que sólo se avanza con solidaridad nos reafirma en que Madrid seguirá siendo la ciudad acogedora que siempre ha sido, sin distinción de razas, credos ni rangos sociales.-
Presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas.
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