Primera prueba sería para los campeones

El partido telonero de los octavos representa un duelo entre dos selecciones que luchan contra las tensiones internas. Alemania sería, en condiciones normales, el claro favorito para vencer, pero, sigue sin encontrar la unidad en el vestuario y un juego homogéneo sobre el terreno. El revés ante Arabia Saudí ha abierto heridas entre los belgas.El seleccionador alemán, Berti Vogts, está harto de comentarla expulsión de Stefan Effenberg por su gesto obsceno a la afición de su país. El centrocampista ha vendido su historia por una cifra superior a los cinco millones de pesetas a una publicación alemana y se ha ido de vacaciones a Florida con su mujer Martina y sus dos hijos. Ha sido Mattaus quien ha dado las pistas sobre el reajuste: a efectuar en el conjunto alemán. "Si Strunz no se recupera", ha dicho el capitán, "jugará Helmer al lado de Kohler como marcador y Buchwald pasará al centro del campo. Hay que tener en cuenta que, de todas formas, Effenberg iba a perderse esta partido por sanción". Vogts espera que Buchwald, el héroe de la final de 1990, sea la fórmula adecuada, para solucionar los problemas del centro del campo, zona que el técnico alemán considera no ha llegado a imprimir la personalidad que se requiere a todo campeón.

Los belgas están molestos con todo. Querían quedarse en Orlando y han viajado a Chicago. Querían ganar a Arabia Saudí para luego recibir a Irlanda y se encuentran frente al campeón del mundo. En los rincones del vestuario, las voces disidentes aumentan el volumen. Algunos estuvieron disconformes con la táctica de Paul van Himst en el último partido al dar descanso a los hombres amenazados por las tarjetas.