El reinado del PRI se tambalea

Incertidumbre. Quinielas políticas. Desde hace 65 años, México desconocía la inquietud propia de cualquier proceso electoral: los comicios presidenciales servían para perpetuar en el poder, sexenio tras sexenio, al Partido Revolucionario Institucional (PRI), como si de una vieja monarquía le tratara. Pero el barco no resiste más el envite del tiempo y hace agua. A dos meses de la elección presidencial, las convulsiones políticas han trastocado las pautas históricas y, por primera vez, el reinado del PRI está amenazado. No hay un ganador claro para el 21 de agosto, y las cábalas aumentan a golpe de encuesta. Como el desasosiego del partido gobernante.La incorporación al Tratado de Libre Comercio (TLC) con EE UU y Canadá marca el camino de la "modernidad" en un país anclado en viejas estructuras de partido de Estado. El levantamiento indígena en Chiapas y el asesinato del candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio, que ha destapado oscuras esencias en el partido oficial, se entremezclan con los esfuerzos del Gobierno por lograr un proceso electoral limpio que disipe la sempiterna sombra del fraude.

Algo tan simple como un debate entre los tres principal entre los tres principales candidatos a la presidencia de México, televisado el pasado 12 de mayo, se convirtió en el punto de inflexión de la campaña electoral, La agresividad y la brillante oratoria del candidato del conservador Partido de Acción Nacional (PAN), Diego Fernández de Cevallos, un abogado de 53 años con aspecto de caballero decimonónico, eclipsaron a Ernesto Zedillo, candidato del PRI, y a Cuauhtémoc Cárdenas, aspirante del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

"Antes del debate, el PRI encabezaba las encuestas de intención de voto con un promedio del 35%, mientras que el PAN y el PRD rondaban el 15%. En las tres semanas posteriores al debate, Diego tomó la delantera", explica Miguel Basáñez, director de MORI de México, una prestigiosa empresa de sondeos de opinión. Según su última encuesta, del 10 de junio, Fernández de Cevallos consigue un 31%, Zedillo un 23% y Cárdenas un 14%.

"De toda la información que tenemos se deduce que vamos a una elección terriblemente, reñida. Cualquiera de los tres grandes partidos puede ganar, incluido el PRD", añade Basáñez. La baja intención de voto para este último partido vendría dada por el miedo del encuestado a mostrar su preferencia por una "opción satanizada". "Podernos ahorcar a un entrevistado antes de sacarle que Va a votar a Cárdenas", comenta. Las disparidades entre las encuestas han espoleado las campañas. Los candidatos luchan por el voto del 35% de indecisos que condiciona todos los resultados.Tras el debate, Fernández de Cevallos "ha pasado de dar una imagen de líder moral a convertirse en estadista", según José Luis Salas Cacho, coordinador de campaña del PAN. "Ahora se prepara para hacer público su programa de Gobierno". Salas niega que la eventual llegada a la presidencia haya pillado por sorpresa a Fernández de Cevallos. "Ciertamente, su popularidad ha subido mucho tras el debate, pero desde 1988 hemos ganado votos en cada elección. La presidencia ha sido nuestro objetivo desde el principio".

Salas arropa la escasa actividad proselitista del candidato en la modernidad de los tiempos: "Las campañas actuales son mediáticas. Más que el desgaste de los mítines ante 5.000 personas, lo importante son las presentaciones en radio y televisión. El debate lo demostró".

Todo lo contrario de lo que hace el candidato del PRD, a quien la dificultad para acceder a unos medios controlados por el Gobierno obliga a pueblear frenéticamente: entre el 1 de mayo y el 15 de junio se ha reunido con 200.000 personas en 98 localidades de 13 Estados, según las cuentas del partido.

El PRD no presta demasiada atención a las encuestas. "No se puede hacer caso de sondeos en un país donde el Estado ejerce una coerción sutil ante cualquier manifestación de oposición", afirman fuentes del partido. "La subida de Diego parece un dato real. Lo que hay que ver es cuánto tiempo se mantiene en ese punto".

El PRI mantiene las espadas en alto. "Hemos pasado del impacto de un individuo en un debate a una etapa en que lo que cuenta es la solidez y la congruencia de los candidatos. Es una batalla de resistencia. A los ídolos que crecen con rapidez se les ven enseguida los pies de barro", afirma Ángel Gurría, secretario de asuntos internacionales del PRI.

El candidato del partido, Ernesto Zedillo, nombrado tras el asesinato, el pasado 23 de marzo, de Colosio, libra una dura batalla contra el tiempo y los fantasmas surgidos en torno a la muerte de su antecesor, que ha puesto de manifiesto las profundas divisiones internas en el seno del partido.

Brillante tecnócrata, Zedillo sé esfuerza denodadamente por atraer el voto combinando una imagen populista con un discurso exhaustivo sobre los grandes temas de la política mexicana.

El PRI contraataca con otras encuestas en las que Zedillo lleva una ventaja entre 7 y 20 puntos, a pesar de que, según algunas voces, sondeos internos ofrecen resultados igualados. "No es así. Nuestras encuestas son mucho más tranquilizadoras. No tenemos duda de que Zedillo va a ganar", insiste Gurría, que aporta un elemento de garantía: "El PRI es una formidable maquinaria electoral, como un muñeco transformer, que les crecen brazos y piernas por todas partes".