El Metro se tragó mi aprobado

¿Hasta qué punto depende una humilde estudiante de estos servicios de transporte tan ineficaces?Deseé que ese día (3 de junio de 1994) no hubiera amanecido. Estaba tan acelerada por mi examen final de Literatura que, cuando desperté, no coordinaba. Eran las 8.15 iba desquiciada, y, tras meterme en el bolsillo un bolígrafo y un billete de 2.000 pesetas, corrí hacia la gran boca de metro de Serrano. Ya lo creo que es boca, porque se traga absolutamente todo, ¡hasta los ahorros de un mes completo!

En Serrano no se sabe lo que es un taquillero, y la máquina tan sólo acepta billetes de 1.000; el examen comenzaba a las nueve y quien se coló no era yo, sino mis nervios.

Me puse a cien, cuando me encuentro ante la horrible imagen de una pareja de revisores. Los muy pícaros estaban bien escondidos: esconderse será lo único que aprenden, después de hacer huelgas, o, por lo menos, ésa es la impresión que dan.

Y me comunican: "Metro de Madrid le exige un recargo extraordinario de ¡2.500 pesetas!". Me moría: el examen, la impotencia..., y el muy descarado pretendió llevarme a la comisaría.

No lo entiendo, será cuestión de suerte, pero estos ineptos me han fastidiado uno de mis aprobados (así es como contribuyen a la sociedad). Volví a por dinero y no llegué al examen, motivo suficiente para reclamar lo que me pertenece.

Pediría menos huelgas y ¡que se dediquen si quieren a fastidiar a la empresa, a regalar bonos como condenados!, pero que no fastidien a una estudiante quitándole el dinero con el que precisamente se compra esos bonos.-