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"De Madrid añoro a las personas, los amigos y el pescado"

Allá en el cono sur, las leyes físicas transcurren a la inversa. Llega el día cuando aquí cae la tarde, aprieta el sol y en España se tirita de frío, comen tanta carne como aquí pescado, y, ni siendo leonés, uno se libra de ser gallego. Sumido en el revés de ese Buenos Aires tan querido, Imanol Arias vence la dispersión gracias al teatro. Hasta el próximo mes de octubre es Calígula en la a. a Pablo Neruda del teatro Plaza, en plena calle de Corrientes, donde la vida ha de ser, forzosamente, un tango, como en toda la ciudad, donde cada día se alzan y caen 97 telones diferentes. Allí, el actor nacido en Riaño hace 39 años no se siente extranjero, ni emigrante, ni mucho menos turista. Dice, como Borges, que "no hay nada mejor que llegar a una biblioteca, y, a falta de mayor información, construir con unos cuantos libros una historia". A través del teléfono, Imanol Arias nos retrata la que hoy es su ciudad, fresca, siempre húmeda y, ese día, especialmente brillante.

Pregunta. ¿Qué se siente al ser gallego todo el tiempo?

Respuesta. Aquí los sentimientos se mezclan muchísimo, porque si algo tiene Argentina, y en especial Buenos Aires, es que de inmediato elimina cualquier sensación de extranjero. La capacidad de recibimiento que tiene este país es admirable. Jamás he conocido una sociedad tan mixta, tan diversa.

P. Una sensación extensible a su experiencia teatral.

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R. Absolutamente. Pero, además, algo ha tenido que pasar con esta tercera versión sobre el Calígula de Albert Camus, un texto amplio, de dos horas de escucha, que se está siguiendo con muchísimo éxito. Esto es algo inusual, incluso en una cartelera tan nutrida como la de Buenos Aires, con 97 teatros en activo y a los que la gente no deja de acudir. Calígula es la segunda función más vista.

P. Hace veinte años, Madrid le recibía con los brazos abiertos, ¿qué añora de esta ciudad?

R. Pues las conversaciones con mi hermano el gordo, Juan Echanove, y los arroces que prepara .Extraño a las personas más que a las calles, porque las ciudades siempre se acaban pareciendo. También echo mucho de menos el pescado.

P. Porque unos buenos chinchulines no pueden suplir al cocido madrileño.

R. O leonés, como yo lo hago. Pero voy a comenzar a preparar cocidos ahora que está llegando el frío.

P. ¿Regresará en octubre para debutar como director de cine?

R. Sí. Se titula Asunto privado, y todo está listo excepto las fechas. Una parte se rueda en Buenos Aires, ciudad donde pienso trabajar con mucha más frecuencia.

P. ¿Qué le puso más carne de gallina, tocarle el culo a Ornella Muti en El amante bilingüe o besar a Coque Malla rodando El rey de Nápoles?

R. Ponerle la mano en el culo a Ornella Muti es algo realmente importante, ¡es mucho! El beso nos hizo hasta reír, porque nuestra relación era muy indirecta, muy poco personal. En la película se verá un beso lleno de muchas otras cosas.

P. A Françis Ford Coppola le gustan muchos los actores latinos, a usted le fascinan las tres partes de El Padrino, ¿imagina el encuentro?

R. Seguramente, y antes que nada, nos iríamos juntos a tomar un vino, otra pasión de los dos. Discutiríamos sobre los caldos italianos, de La Rioja o de California. Compartiendo dos aficiones como el cine y el vino, algo bueno tendría que pasar.

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