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La BBC y la televisión irlandesa coproducen la historia de una familia rota

El relato carece esta vez de humor, o si lo tiene, es decididamente negro. El autor de la historia The Commitments -llevada al cine por Alan - Parker-, Roddy Doyle, se ha lanzado en picada sobre el paisaje semilumpen de un Dublín sombrío en el que sobrevive a duras penas una familia numerosa: los Spencer. La serie de cuatro capítulos de una hora de duración cada uno, coproducida por la televisión irlandesa y la BBC, levantó ampollas en Irlanda, mientras un silencio, casi solemne, ha acogido su exhibición en el Reino Unido.Música magnífica, que incluye alguna pieza de Elvis Costello, una filmación minuciosa y unos actores admirables, son la esencia de los cuatro retratos personales de una familia al borde de la desintegración. El primer capítulo está dedicado al padre: Charlo Spencer, un ingrato papel para el actor Sean McGinley. La cámara de Michael Winterbottom, íntima como un video doméstico, persigue a Charlo Spencer a través de una jornada cotidilana. Una despiadada visión de un hombre en los cuarenta, sin trabajo, ni especial inquietud por conseguirlo, dedicado por entero a sus pequeños vicios.Ladrón ocasional, marido infiel y violento, aunque todavía enamorado de su esposa, loco del fútbol e incapaz de dar seguridad y amor, ni siquiera a su hijo predilecto, John Paul, de 13 años. Podría ser muy bien tan sólo el perfil, de un hombre privado, pero en el contexto gris de los bloques de viviendas baratas de Ballymun -uno de los barrios más filmados de las afueras de Dublín-, la historia toma una catastrófica perspectiva general. Las críticas fueron casi unánimes en los medios de comunicación irlancleses. La clase política bramó contra una imagen tan dura de Irlanda que incluso podría afectar al turismo. Pero Roddy Doyle no se inmutó. "No he hecho más que recibir críticas negativas en Irlanda, desde que publiqué mi libro The Commitments en 1987", declaraba recientemente el escritor al diario británico The Observer.

Si no en el personaje de Charlo, las tintas parecen estar demasiado cargadas en el de su hijo John Paul, admirablemente interpretado por un jovencísimo actor primerizo, Barry Ward. La desintegración familiar desde el punto de vista del adolescente raya en el límite del dolor. John Paul es una criatura perdida que intenta encontrar amor a través de la dudosa notoriedad de sus gamberradas. Nicola, la hija mayor, acaba de dejar el colegio y trabaja en una fábrica de ropa interior femenina. Nicola sufre el acoso de su padre, cuyo amor por la bella hija mayor se desliza por caminos poco ortodoxos. Doyle no ahorra ingredientes duros al relato, aunque la cámara se mantiene como una prudente observadora, especialmente respetuosa y sensible en el retrato de Paula, la esposa. Roddy Doyle ha reconocido que de todos los personajes de la pequeña serie sólo Paula tiene una dimensión que desborda el relato. "Es una mujer con muchas más cosas que contar, especialmente sobre su pasado". Paula, interpretada por la actriz Ger Ryan, es una mujer todavía joven, pero sin futuro. Enamorada de su marido, ahoga sus penas en alcohol e intenta, imponerse en un mundo hostil.

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