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Un Major desafiante insiste en que seguirá al mando pese al desastre electoral

El champaña corrió ayer a raudales en la sede londinense del Partido Laborista. Ojerosos, pero desbordantes de satisfacción, los líderes del partido que lleva 15 años esperando una oportunidad para acceder al número 10 de Downing Street: celebraban los 62 escaños obtenidos en las elecciones europeas después de una larga noche de vigilia. Sin embargo, el fracaso del Partido Conservador, que sólo ha logrado mantener 18 de sus 32 escaños en Estrasburgo, no parece haber hecho mella en el primer ministro, John Major, quien ayer volvió a declarar que liderará a los conservadores en las próximas elecciones generales.

Por si quedaba alguna duda sobre su estado de ánimo, un Major desafiante advirtió a los sectores críticos de su propio partido que está dispuesto a ganar a cualquiera que pretenda disputarle el liderazgo.Entre los ganadores en estas elecciones europeas figuran también los nacionalistas escoceses que han duplicado (de 1 a dos) sus eurodiputados.

A las reiteradas preguntas de los periodistas sobre una eventual reorganización de su Gabinete, Major se limitó a asegurar que la habrá, sin precisar fecha. Tampoco hay calendario fijado para la reducción de impuestos. "Cuando sea prudente hacerlo, lo haremos", dijo. Por lo demás, se escudó en los efectos amargos de la recesión, de la que apenas empieza a recuperarse el Reino Unido, para justificar unos resultados que, como su propio ministro de Exteriores, Douglas Hurd, había señalado horas antes, "son pobres, pero no desastrosos". Major se escudó, además, en el ejemplo de retrocesos de otros partidos en el Gobierno en los demás países comunitarios.

En el jardín de su residencia de Downing Street, el primer ministro se esforzó por mostrarse confiado y responder relajadamente a las preguntas sobre un fiasco electoral que puede entrar en los anales de los sufridos por su propio partido a lo largo del siglo."Es nuestro primer ministro"

Antes de que Major se dirigiera a la Prensa, Marcus Fox, líder del Comité 1992, afecto a la ex primera ministra, Margaret Thatcher, se había ocupado de despejar tajantemente las dudas en torno al futuro de John Major: "Es nuestro primer ministro y lo seguirá siendo". Sin embargo, de entre las filas de parlamentarios rebeldes, se elevaban ayer de nuevo voces que pedían la cabeza del primer ministro.

La ola crítica contra los tories ha alcanzado incluso a la popular Edwina Currie, que perdió su escaño en la circunscripción de Bedfordshire-Milton Keynes. Por el contrario, el otro rostro femenino más carismático de la panoplia electoral, Glenys Kinnock, esposa del ex líder laborista, Neil Kinnock, obtuvo una victoria histórica en el Este de gales del Sur, con un apabullante 73% de los votos.

El sabor de estas elecciones europeas ha sido agridulce para los Liberal Demócratas, que entrarán por primera vez en el Parlamento de Estrasburgo. Sin embargo, sus dos flamantes eurodiputados suponen un recorte de las expectativas mantenidas hasta el último momento. Pese a ello, su líder, Paddy Ashdown, mantuvo un tono triunfal en sus declaraciones. "Ahora somos rivales claros en zonas de tradicional implantación tory", dijo. "Hemos alcanzado nuestros objetivos".

Como estaba previsto, el Partido Nacionalista Escocés ha doblado su representación en Estrasburgo, pasando de uno a dos eurodiputados y rompiendo una barrera histórica al superar el 30% de los votos en Escocia.

En la República de Irlanda, el principal partido de la coalición en el Gobierno, el Fianna Fail, parecía que iba a conseguir 7 de los 15 escaños en disputa. Su coligado, el Partido Laborista, no superaba en 11% de los votos, lo que le dejaría con su sólo escaño mientras los Verdes, el partido sorpresa, estaban a punto de conseguir dos de los 15 escaños irlandeses en el Parlamento Europeo.

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