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El PSOE considera una derrota su triunfo en Andalucía

Lourdes Lucio

El PSOE de Andalucía parecía ayer un boxeador sonado. Incapaces de digerir los resultados electorales, los socialistas consideran como una derrota en toda regla su triunfo en los comicios autonómicos del pasado domingo. "Sabíamos que íbamos a perder la mayoría absoluta, pero esto no nos lo esperábamos", reconoció el responsable de la campaña y secretario de organización, Luis Pizarro.

Esto no es otra cosa que una bajada de 11 puntos respecto a las elecciones de 1990 y la pérdida de 17 escaños; una espectacular subida del PP que suma 12 puntos y se coloca, con 41 escaños, a tan sólo cuatro del PSOE; un fuerte ascenso de IU, que obtiene nueve diputados más y se convierte en la llave del Parlamento, y la presencia testimonial de los andalucistas, que de 10 pasan a tres diputados. Los socialistas, no obstante, han obtenido 20.000 votos más que en 1990.El candidato socialista, Manuel Chaves, deberá contar necesariamente con el apoyo de Izquierda Unida-Los Verdes para gobernar la región. Dos po1ciones se pudieron detectar ayer en el partido socialista: la de quienes opinan que el primer paso debe darlo la coalición que preside Luis Carlos Rejón y la de quienes estiman que es el PSOE el que debe tomar la iniciativa. El PSOE someterá cualquier decisión al debate en la ejecutiva regional, integrada exclusivamente por renovadores, y después al comité director -el máximo órgano entre congresos-, en el que los guerristas tienen un tercio de los representantes.La noche de las elecciones ya había dirigentes que destacaron que e a situación es la menos favorable para Manuel Chaves, un hombre poco proclive a hacer apuestas arriesgadas y acostumbrado a pisar con lentitud y sobre seguro. Aunque el presidente de la Junta se ha mostrado durante la campana a favor de llegar a acuerdos puntuales con IU, lo cierto es que las relaciones del PSOE con lo que Alfonso Guerra llamó sus "primos hermanos" siempre han sido tensas y difíciles en Andalucía. No obstante, algunos responsables socialistas han agradecido el tono sereno utilizado por Luis Carlos Rejón en su primera declaración al conocer el escrutinio.

Los dirigentes socialistas consultados achacan a múltiples causas el fuerte correctivo sufrido en las urnas: los casos de corrupción, especialmente los de Mariano Rubio y Luis Roldán, la crisis económica, el desgaste del Gobierno de la nación, las inteligentes campañas del Partido Popular e Izquierda Unida y, la crisis interna del partido.

Pero todos ellos eran conscientes de que los votantes han infligido al PSOE su más severo castigo precisamente donde más les duele, en Andalucía, la región en la que desde 1982 gobernaban con mayoría absoluta y donde, gracias a la fidelidad de sus simpatizantes, González logró revalidar su mandato en las legislativas de 1993.La evidencia de un fuerte retroceso fue cuestionada por el coordinador de la campaña de Chaves, Miguel Ángel Pino, quien tuvo una actuación muy parecida a la de Javier Arenas la noche del 6 de junio. Mientras la Consejería de Gobernación confirmaba que el PSOE obtendría, con el 36% de los votos escrutados, 48 es caños, que finalmente se han quedado en 45 de los 109 de la Cámara, Pino insistió en que, según sus datos, el PSOE alcanzaría los 50.Más que análisis, lo que rondaba por las cabezas de los socialistas eran interrogantes sobre si se debía haber hecho una política menos conservadora, sobre la actuación en las zonas urbanas -el PSOE ha perdido en las ocho capitales, y en Málaga y Cádiz pasa a ser la tercera fuerza política- o sobre la poca fortuna a la hora de movilizar a su electorado. El secretario de Organización, Luis Pizarro, apuntó un dato para la reflexión: el escoramiento de Andalucía hacia posiciones ideológicas más de derechas. "Por primera vez, Andalucía se ha desizquierdizado un poco y eso debería analizarlo toda la izquierda", dijo.Los guerristas andaluces no esperaron ni siquiera a conocer el balance de su candidato para hacer su interpretación particular. El senador Francisco Moreno, uno de los dirigentes del círculo de confianza de Alfonso Guerra, achacó el batacazo electoral a que los electores tenían "dudas sobre si González había entendido el mensaje".

Moreno interpretó los resultados como una señal para que el PSOE "refuerce su perfil como una fuerza nítidamente de izquierdas" y criticó al equipo económico del Gobierno por no saber dar "el eco adecuado" a las señas de identidad socialistas con anuncios tales como la posible eliminación de las pensiones. Este dirigente apostó por el protagonismo de las bases del PSOE "en la toma hegemónica de las decisiones del partido". Esta opinión no fue ratificada por el exsecretario general del partido Carlos Sanjuán, quien pospuso su análisis hasta que se pronunciara la ejecutiva.

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