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El 'sabueso' del 'Watergate' persigue a Bill Clinton

Un libro de Woodward desvela secretos de la Casa Blanca y contradicciones del presidente

Antonio Caño

Lo último que hizo Bill Clinton antes de abandonar la ciudad británica de Oxford, el pasado miércoles, fue comprar unos libros: entre ellos, The client, de John Grisham, y Honor among thieves (Honor entre ladrones), la más reciente novela de Jeffrey Archer. Pero es otro libro el que centra la atención del presidente de Estados Unidos en estos momentos. Su título, The agenda. Su autor, el famoso periodista de investigación Bob Woodward, uno de los descubridores del escándalo Walrergate, que obligó a dimitir al entonces inquilino de la Casa Blanca, Richard Nixon.Esta última bomba editorial, que ha salido a la venta esta semana, describe las luchas internas en la Casa Blanca, la indecisión y la inconsistencia del presidente y la enorme influencia y el buen juicio de Hillary Clinton. El libro se ha convertido en otra amenaza para la popularidad de Bill Clinton, quien parece instalado ya en una permanente imagen de controversia.

The agenda pasa revista fundamentalmente al primer año de presidencia. Algunos de los problemas que se analizan ya han sido parcialmente solucionados. Pero otros casos, en los que se caracteriza a Clinton como un hombre carente de escrúpulos en busca de la reelección y a Hillary como una pieza insustituible para dar coherencia a la política de la Casa Blanca, sirven aún para ilustrar el estilo de gobierno del residente demócrata.

Bob Woodward no revela las fuentes que le narraron instantes tan íntimos como una conversación en la cama entre Bill y Hillary Clinton en la que, una mañana de agosto de 1991, ella le asegura a su marido: "Si te presentas, ganas. Estoy segura". Pero el escritor subraya que todos los episodios narrados están documentados y que las informaciones de las que se valió serán hechas públicas dentro de 40 años. El libro recoge comentarios sobre Clinton tan extraordinarios como el que hizo uno de sus principales asesores, George Stephanopoulos, a uno de sus colaboradores: "Es como un caleidoscopio. Depende de donde lo mires, lo vas a ver de una forma o de otra".

El presidente de EE UU es descrito también como un hombre muy temperamental, al que frecuentemente traicionan los nervios y sufre exageradas explosiones de ira. Como aquella de la que fue testigo su director de comunicación, David Gergen, en la que Clinton se quejó a gritos de. "¿quién diablos ha cometido un puto error como éste?", simplemente porque se había anunciado que no iba a tener tiempo de reunirse con el alcalde de Chicago.

Asimismo, el libro afirma que todo el mundo en la Casa Blanca es consciente de que Clinton duerme poco y apenas descansa, porque lo quiere hacer todo y es incapaz de delegar. En las páginas de Woodward se recoge la siguiente conversación del presidente con su secretario del Tesoro, Lloyd Bentsen: "Señor presidente, usted quiere tomar todas las decisiones y eso no puede ser. No se trata de la cantidad de decisiones que tome, sino de la calidad. Yo he estado con usted en muchas reuniones y he comprobado que muchas veces está ido. Simplemente porque está cansado. No puede seguir así". Clinton respondió: "Creo que tienes razón, Lloyd".

The agenda sostiene que la mayor parte de las contradicciones que se apreciaron en los primeros meses de Bill Clinton se deben a la guerra entablada entre los asesores de su campaña electoral (George Stephanopoulos, James Carville, Paul Begala, Mandy Grunwald y Stan Greenberg) y los hombres reclutados para formar el Gobierno, entre ellos, el director de Presupuesto, Leon Panetta; el secretario del Tesoro, Lloyd Bentsen, y los miembros del equipo de asesores económicos. Los primeros pelearon para mantener a Clinton en la línea de los compromisos más populistas asumidos durante la campaña, mientras que los segundos, respaldados por el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, le pidieron realismo para reducir el déficit público como primer objetivo.

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