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Las heridas de guerra de Beirut se abren en un museo

El centro de Beirut es una inmensa cicatriz, una silenciosa exposición de ruinas contemporáneas. La exposición presentada por la Fundación Banesto quiere ser la memoria, trágica en su justa medida, de un país, Líbano, sometido a una guerra casi interminable, cuya capital, Beirut, siguió creciendo con milagrosa vitalidad y el inevitable desorden de tener como epicentro al más duro frente de batalla.A lo largo de 1991, la Fundación Hariri invitó a seis prestigiosos fotógrafos -tres de ellos, Burri, Depardon y Koudelka, pertenecen a la agencia Magnum- a fotografiar con absoluta libertad aquello que más llamara su atención. "Ninguno quiso hacer estética del drama, pero la ciudad silenciosa, sin circulación, sin apenas un ápice de vida, resultó de una belleza sobrecogedora", explica Lola Garrido, coordinadora de la muestra en Madrid. "La diferente sensibilidad y cultura de cada fotógrafo ha quedado plasmada en cada foto. Robert Delpire, director artístico del proyecto, buscaba la visión de un arquitecto italiano, un reportero y cineasta frances, un suizo innovador, un libanés retratista de lo cotidiano y un checo.En la cartografía de Beirut, el centro ocupa 30 hectáreas, desde la avenida Fouad Chebad hasta el mar, del barrio de Jemmayzé hasta el de Wadi Abou Jémil. Es la parte muda de Beirut. No exento de polémica, se ajusta ahora el plan de reconstrucción, que dirige una organización llamada Solidére. El monumento a los mártires quedará tal cual está.

Beirut centro ciudad, hasta finales de junio en el Museo Nacional de Antropología. Avenida de Séneca.

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