Parecemos americanos
En Roland Garros 1994 ya ha ganado un español. Como mínimo. Y vayan preparándose, porque esto acaba de empezar. Nos esperan unos años de bonanza como nunca ha conocido el tenis español. Parecemos americanos.Arantxa Sánchez Vicario, Alberto Berasategui y Sergi Bruguera tienen una virtud común que escaseaba hasta hace muy poco en el deporte español: la fuerza mental. Son ganadores. Salen a la pista orgullosos de sí mismos y convencidos de que ninguno de sus rivales les va a ganar por tener un nombre más conocido. No han vivido ese complejo de inferioridad que durante tantos años -posiblemente hasta Barcelona 92- asoló a un deporte español que parecía tercermundista. Y no hay que olvidar que son coetáneos de Miguel Indurain, Chema Olazábal y Carlos Sainz. Otros ganadores.
El trío mágico español vive circunstancias muy distintas, y todas ellas positivas. Arantxa Sánchez Vicario lleva desde 1989, cuando ganó en París, en la elite femenina. Ya es la número dos del mundo por coraje, piernas y ambición. Sergi Bruguera ha confirmado los mejores pronósticos. Ganó el año pasado y repite final ahora. O sea, se ha demostrado a sí mismo -por si tenía alguna duda- que ya está entre los grandes. Asusta ver la sensación de poder que dio ayer ante Courier. Estamos, posiblemente, ante el heredero de Ivan Lendl, el dominador de la segunda mitad de los 80 en el tenis mundial.
Alberto Berasategui es la novedad. Llega a la final a toda velocidad. Sin complejos. Cuentan que el día que jugó en cuartos de final estaba más preocupado por dar entradas a unos amigos que por su partido. Su aceleración de brazo es sensacional. Su fortaleza psíquica, a los 20 años, es tan descarada como la de Arantxa en sus inicios. Y habría que ponerle un monumento a su entrenador, Javier Duarte, por haber demostrado su inteligencia y no cambiarle su extraña forma de coger la raqueta.
Y es que ya no nos conformamos con ganar; ahora ya ¡hasta inventamos!
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