El escalofrio
Un escalofrío cruzó la espalda de la derecha española cuando las últimas encuestas oficiales presentaron una foto electoral de llegada para el 12 de junio en la que el PP ganaba al PSOE por medio tubular. Hay tal hambre de victoria, tanta necesidad de triunfo, tal desprecio por la situación del Gobierno y del partido socialista que. cualquier resultado que no sea una victoria clara sabrá a poco. José María Aznar no se cansa de repetir en todos los mítines que "la victoria es un voto más que el adversario", pero la parroquia popular espera otra cosa. El fantasma del serbio Djukie fallando el penalti en el último minuto desvela a los estrategas populares que, sin embargo, ven cómo se está movilizando su electorado.El pasado martes en Las Palmas de Gran Canaria, el miércoles en San Sebastián de los Reyes, con chaparrón previo digno de la feria de San Isidro, y ayer en Zaragoza, el entusiasmo era palpable entre el público. Entusiasmo que desafía escenarios tan irreales como el del estadio Insular de Las Palmas. Con el estrado de espaldas al vacío enorme y silencioso del terreno de juego, y de frente a una de las gradas de fondo del estadio, sólo la alegría canaria. El son de su música -fue el primer mitin con grupos musicales que actuaban como teloneros- apiño en el fondo sur a unos cuantos miles de simpatizantes que soportaron con humor algunos fallos de organización. Los canarios tienen una visión desdramatizada de la vida y saben que la fiesta es un ingrediente que hace más soportable la política. Por tener, tenían hasta una versión autóctona de Manolo el del bombo, sólo que éste soplaba un cornetín de órdenes, una variante festivo-militar que daba un toque inquietante al cachondeo.
Pero la gran atracción mediática de los últimos días ha sido, sin duda, la incorporación de Mercedes de la Merced a la campana, en el mitin de San Sebastián de los Reyes. De la Merced, arropada por la plana mayor del partido -Alberto Ruiz Gallardón, Rodrigo Rato y José María Aznar- leyó un texto de réplica al fuego graneado que nacionalistas y socialistas abrieron sobre ella por sus declaraciones a EL PAÍS. En sus palabras estaba el eco del compromiso con la democracia y la libertad que Aznar renueva en cada mitin de su partido y que, en San Sebastián de los Reyes, se centró en un canto al espíritu constitucional. De la Merced, tímida, ambiciosa, liberal, de derechas, con la obsesión de ser coherente consigo misma, tiene el espíritu joven de no tener miedo a decir en lo que cree, que, por otra parte, no parece muy distinto a lo que piensa una parte de su electorado. "¿Os doy miedo?", preguntaba a los simpatizantes que estaban en la plaza de toros de San Sebastián de los Reyes. Y no hacía falta mirar muy de cerca los ojos de los militantes populares para saber que, más que miedo, Mercedes les inspiraba ternura. Tal vez, la memoria en carne viva que del franquismo tienen algunos sea menos importante, en la polémica de fondo que se ha desatado, que su desconfianza ante el nacionalismo catalán, que, por cierto, goza también, y afortunadamente, de una amplia libertad para expresar sus deseos y sus miedos.
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