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Entrevista:

"Descubro las ventajas de vivir en la ciudad"

Nacer en Cercedilla, llamarse Blanca y ver con sólo nueve años el oro olímpico colgado del cuello de su hermano Paco, también esqulador, sin duda, condiciona. Pero, mucho antes de dar a España la primera medalla olímpica femenina, entre un sinfín de títulos, Blanca tuvo que aprender a ser menos friolera, entenderse con la nieve, saber vivir fuera de casa desde una infancia todavía tierna, a digerir con la misma calma el triunfo que el fracaso. En el 92, cumplía 29 años y la promesa de una retirada. Colgaba oficiaImente sus esquíes, pero una oferta de trabajo, remitida por el Consejo Superior de Deportes, impidió que Blanca siguiera los Juegos de Lillehamer apoltronada en un sillón. Hoy, la asesora ejecutiva del secretario de estado para el deporte moldea el carácter de los futuros campeones, no sólo de esquí. En dos palabras, Blanca prepara a sus relevos.Pregunta. ¿Su despacho es casi un confesionario?

Respuesta. Dicen que soy como la defensora de los deportistas de élite, pero, en realidad, les sirvo de enlace con, el Consejo, escucho sus problemas, capto sus inquietudes, les sigo de cerca.

P. ¿No se siente un poco presa en su despacho?

R. En absoluto, paso muchísimo tiempo con los deportistas. Nunca Imaginé que podía aprender tantas cosas viendo la competición desde la barrera. Es un trabajo precioso.

P. ¿Cuáles son sus quejas?

R. Competir crea mucha tensión. Todo el mundo está pendiente y se ponen en juego: muchas cosas, mucho, prestigio. Eso lo veo. mejor ahora que estoy aquí. Y siempre les digo, para poder ganar, hay que saber: perder.

P. Porque la nieve, por ejemplo, puede ser más dura de lo que parece, en todos los sentidos, y tener también su lado negro...

R. ¡Ya lo creo! En el esquí sólo sabes que has ganado, cuando cruzas la meta. Un fallo. en una décima de segundo, malogra muchos años de preparación. El esquí es beltísimo, porque es duro, y al contrario.

P. Como aquella caída, en, la segunda manga de Calgari, año 1988. Nunca se preguntó, ¿para qué tanto entrenar?

R. No, porque mi filosofía es que el trabajo siempre paga. Podía haber dicho adiós en ese mismo momento, pero decidí seguir cuatro años más, y conseguí la medalla.

P. Ya no, vive usted en Cercedilla...

R. Lo intenté al principio, durante un tiempo, pero era imposible. Prefiero disfrutar del campo los fines de semana y vivir a 10 minutos del despacho. Yo que me he pasado la vida en las montañas, como una Heidi, estoy aprendiendo a descubrir lo bueno que tiene la ciudad, a ver ventajas donde antes sólo veía inconvenientes.

P. Sigue usted esquiando, ¿verdad?

R. Y practicando muchos otros deportes, a los que prestaba poca atención: tenis, baloncesto... y fútbol, que me encanta.

P. ¿Qué siente cuando vuelve a Cercedilla y recorre la avenida que lleva su nombre?

R. Pues me acuerdo de aquel día, fue increíble ver a todo el pueblo, a mi gente, a los que . me han visto crecer, llorando como magdalenas.

P. Este es su primer San Isidro viviendo en la ciudad. Puede asistir más a menudo a los toros.

R. Otra afición heredada de mi hermano Paco. Nunca me pierdo una o dos corridas. Y siempre tengo suerte, me tocan buenas faenas.

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