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GIRO 94

Cubino gana la etapa más loca

La carrera no se concede tregua la víspera de la contrarreloj

Carlos Arribas

"Estamos locos", decía Marco Giovannetti. "Mira dónde está el avituallamiento", decía Jesús Montoya señalándose el bolsillo de la espalda lleno. "No he tenido ni tiempo de comer Argentin prepara alguna", predecía por la mañana Echávarri. Y del maremágnum, de las luchas tácticas, de la locura de una carrera sin control, del intento de fatiga que no respeta ni la cita sagrada de la contrarreloj del día siguiente, de una etapa cuyos dos tercios eran subida y que se corrió a una media superior a los 40 por hora, de todo este estilo ajeno, de este festival italiano que dejó a 80 corredores a más de 9.31 minutos en sólo 119 kilómetros, salió ha cia la gloria, en forma de sprint, un escalador de clase: Laudelino Cubino.Saltó el bejarano de 31 años en la tercera subida a la Sella y comenzó a derrochar clase y fuerza. Alcanzó a Rodríguez y Brochard, estuvo un rato con ellos, luego los dejó; coronó con 25 segundos y se aprestó a lo más difícil: aguantar ocho kilómetros. La tarea parecía imposible porque Bugno se dejó ver y aceleró al pelotón. "Agradezco a Induráin que frenara el grupo cuando iba delante", declaró luego Cubino. Aún así, otros cinco desenfrenados le cazaron a un kilómetro. Y rodeado de cinco lo bos sacó su inteligencia. "Había reservado unas cuantas fuerzas para el final, que me gustaba porque era en ligera cuesta", dijo. Cazado, no de dejó llevar: tomó la iniciativa en el momento justo. Saltó a falta de 350 metros y dejó a los compañeros mirán dose unos a otros para ver quién le seguía: suficiente para ganar una etapa en su primer Giro, lo grando completar el círculo de victorias en las tres grandes Vueltas. Cuando parecía que sólo Induráin podría dar triunfos españoles este Giro, surgió el hombre que tuvo que abandonar en la Vuelta con la rodilla izquierda dolorida.

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CONTRARRELOJ LARGA Y RECTILÍNEA.

Berzin, la sombra

Por primera vez en sus Giros, un hombre que puede ganar puede hacer sombra a Miguel Induráin en una contrarreloj, la de hoy. Eugeni Berzin, un lobo hambriento, se llama la novedad "Estaré en los tiempos de Indu ráin", asegura, seguro, el joven ruso en rosa. La tarea del nava rro será doble: alimentar la obsesión rosa del líder y, según es tradición, distanciar al máximo a sus enemigos de toda la vida."Me lusiona la maglia rosa", dice el tranquilo Induráin, "pero si no la logro en Follonica, no pasa nada. Haré en la montaña como siempre: defenderme".

La alimentación de Berzin es el arma de doble filo: lograr que se cebe en los 44 kilómetros llanos de Grosseto a Follonica puede dar el resultado apetecido. "Aunque conserve la maglia rosa, Berzin puede empezar a perder el Giro en Follonica", cuenta José Miguel Echávarri, director del Banesto. "Está corriendo como si fuera una carrera de una semana y puede que eche el resto, que alcance la cumbre de su forma en la crono y que después empiece a ir cuesta abajo". Esta tesis la comparte Induráin -"los enormes desarrollos que usa Berzin pueden irle bien para las clásicas o carreras de cinco días, pero en tres semanas, se resentirán sus piernas"- y hasta en su propio equipo. "Todo ciclista tiene sus límites. Y hasta Berzin dará con su techo", dice su director, Emanuele Bombini. Para que lo alcance antes, Y no siga sorprendiendo, será importante la tarea de otro ambicioso que busca encontrarse como líder: Armand de las Cuevas. Berzin saldrá el último, seis minutos después del iluminado francés. De las Cuevas no parece poder escapar a su destino: antes servía de referencia a Induráin en las contrarreloj y hoy parece condenado a alimentar a Berzin. Pero puede derrotarle, como hizo en el prólogo de Bolonia, aunque ni él quiera predecirlo: "De mañana no hablo", decía ayer por la mañana. "Pues habla de hoy", se le urgía. "De hoy ha blaré esta noche", contestaba. "Ninguno de los dos doblará la rodilla", prevé Echávarri.

El otro filo: que el ruso, en vez de saciar su obsesión, alimente su ambición y con un Induráin derrotado en su terreno siga para arriba. Pero esa incógnita no se deshará hasta la montaña el próximo fin de semana.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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