A por lana y trasquilados
El gran chasco. Así titularía José Miguel Echávarri, director del Banesto, la novela que podría escribirse sobre la gran etapa de Campitello Matese. "Fueron todos a por lana, pensando que Induráin no estaba bien, quemaron todas sus naves, y salieron trasquilados: todos los importantes que se metieron en la fuga matinal perdieron la tira de minutos. Todos -Ugrumov, Chiappucci, Richard- tuvieron un mal día por el calor o el viento o porque sobreestimaron sus fuerzas. Y Miguel no tuvo un mal día".Así, que quien fracasó fue el Gewiss, el equipo que rompió la carrera y que puso a uno de los suyos, el portento ruso Eugeni Berzin, de líder. "Es que una cosa es trazar la estrategia, para lo que Argentin es un maestro, y otra llevarla a la práctica: para eso se necesitan piernas", explica Echávarri. "Argentin quiso hacer con Ugrumov lo del año pasado en Oropa, pero el letón no pudo y se quedó". O sea, que la gran baza del Gewiss sigue siendo el roqueño Ugrumov. O alguien no lo ve claro o no dice la verdad, porque el director del Gewiss, Emanuele Bombini, cuenta otra historia: "Sabíamos que Ugrumov estaba mal, que la rotura de clavícula en marzo le había hecho perder la forma, así que decidimos sacrificarle. Todo salió como estaba previsto porque nuestra carta era Berzin".
Aclarado el panorama, Echávarri se dispone a asistir a una partida de ajedrez, cuya apertura se produjo el miércoles con un movimiento inteligente de Induráin; según su director, al menos: "Miguel podía haber seguido a Berzin cuando éste dio el hachazo, pero fue mejor que se quedara con el grupo de Bugno y compañía: mejor estar con posibles aliados tácticos que convertirse en el objeto de los ataques".
Según los analistas, Induráin juega con ventaja: tiene piernas y cabeza. Y a Berzin le falta algo de cabeza, de momento.
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