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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Almuna y Solchaga

EL NUEVO portavoz del Grupo Socialista, Joaquín Almunia, salió del Gobierno en 1991. Su pase a la reserva fue consecuencia, según la expresión que Semprún atribuye a González en sus memorias, de la necesidad. de "salvaguardar los equilibrios internos". Dicho de otra manera, por la necesidad de ofrecer a los guerristas una mínima compensación que les consolase de la pérdida de la vicepresidencia. Que Almunia, un político de perfil reformista y con fama de buen negociador, haya estado fuera del Gobierno durante estos años le ha permitido mantener el prestigio adquirido a su paso por los ministerios de Trabajo y Administraciones Públicas, sin verse afectado por la espiral de fracasos de la gestión gubernamental durante el último periodo. Pese a todo, 43 diputados socialistas decidieron ayer no respaldarle con su voto, lo que da idea cabal de que las divisiones internas no sólo no están superadas pese al apoyo prestado por Guerra a González, sino que afloran en cuanto hay una elección sobre la mesa.Almunia sustituye a Solchaga, uno de los políticos más notables del PSOE actual. El balance positivo de su paso por Industria (1982-85) se prolongó, ya como principal responsable de la política económica, hasta 1989. Desde esta fecha, Solchaga ha combinado un discurso liberal que ha enfurecido a los sindicatos con una política básicamente socialdemócrata, cuya faceta de aumento del gasto público resultó especialmente inadecuada para la fase recesiva que se iniciaba. Y sin embargo, gran parte del fracaso de la política económica asociada al nombre de Solchaga se debe a decisiones adoptadas, por motivos políticos, contra su criterio expreso. Y su presencia como portavoz del Grupo Socialista tras las elecciones de 1993 favoreció una cierta imagen de continuidad de la política económica que no se correspondía con la realidad. La decisión de González de imponer su candidatura para un puesto tan significado como el que ahora abandona se ha revelado como un error político, por más que Solchaga sea uno de los más solventes parlamentarios socialistas, y probablemente el más brillante orador de su grupo.

Pero el caso de su sucesor demuestra que si bien la renovación bien entendida empieza por uno mismo, ello no tiene por qué significar la jubilación anticipada: irse a tiempo es con frecuencia una forma de poder volver. Ha vuelto Almunia y, en su día, puede que vuelva Solchaga.

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