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Las almas negras que dieron cuerpo a la misa

Los Golden Gate Quartet actuaron anoche en una iglesia madrileña

Joseba Elola

Fue una misa al más puro estilo de Nueva Orleans. Los oficiantes, cuatro encantadores de almas. En escena, tres generaciones de maestros del gospel hacían magia con sus voces frente a una parroquia en que los abuelos observaban, seducidos, la imagen de jóvenes hippies en trance. El When the Saintes go marching in sustituyó por una noche el clásico Qué alegía cuando me dijeron....

Baile, palmas, cantos. Marujas, hippies y jóvenes ejecutivos unieron sus almas cantando el Alleluyah. El tintineo de las monedas que caen en el cepillo se cambió por chasqueo de dedos. La misa a ritmo de blues rompió los silencios de toda misa. Jóvenes hipnotizados por el ritmo negro convertían los bancos de la iglesia en improvisado instrumento de percusión. Más de un parroquiano de la iglesia hispanoamericana Nuestra Señora de la Merced soñó ayer con las aglomeraciones que se producirían un domingo a las doce con un coro como éste.El Amen que Sidney Poitier popularizó en la película en que seducía -en el mejor sentido de la palabra- a unas monjas, acabó siendo coreado por 1.200 almas. Y querían más misa. Los Golden Gate Quartet serían capaces de reconvertir al más ateo.

Llevan 60 años recorriendo el mundo con el virtuosismo de sus privilegiadas cuerdas vocales. Su música no envejece, aunque Clyde Riddick, el tenor, ya tenga 81 años. Él simula estar cansado, mira el reloj pidiendo la hora y después se aleja metro y medio del micrófono y proyecta un chorro de voz de los que dilatan pupilas. Con cara de escéptico, de desganado -COMO si con él no fuera la cosa- finge estar distraído. Ayer le decían "Torero". Y es que aún tiene pulmones y el timbre que consigue suena casi adolescente.

A su lado, Clyde Wright es el más entusiasta, el que se cuela entre el público y le pone el micrófono en la boca. Parodia constantemente al maestro que tiene al lado, se mofa de sus lentos movimientos, con esa cómplice sonrisa blanca en la boca. De la formación original, la que nació en 1934, sólo queda Orlando Wilson, el bajo.

De la formación original de los Golden Gate, la que nació en el ambiente estudiantil de la Booker T Washington High School allá por el año 1934, sólo queda Orlando Wilson, el bajo. Su particular ceremonia se sustenta en la magia de las voces. Ése es el misterio. Poque algunas de las letras, traducidas al castellano, difícilmente producirían semejantes comuniones espirituales.

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Sobre la firma

Joseba Elola
Es el responsable del suplemento 'Ideas', espacio de pensamiento, análisis y debate de EL PAÍS, desde 2018. Anteriormente, de 2015 a 2018, se centró, como redactor, en publicar historias sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad, así como entrevistas y reportajes relacionados con temas culturales para 'Ideas' y 'El País Semanal'.

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