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El Congreso de EE UU reconoce que la televisión dicta la política exterior

Antonio Caño

¿Ha cambiado la CNN la política exterior de Estados Unidos y de otros muchos países del mundo? ¿Llegan las imágenes de la televisión a decidir en qué países se interviene y en cuáles no? Las decisiones sobre Somalia, Bosnia, Haití... ¿son, en realidad, tomadas por la fuerza de las imágenes televisivas? ¿Tienen los periodistas más poder que los políticos para orientar la actuación de sus Gobiernos en una u otra dirección? Al análisis de estas preguntas ha dedicado esta semana una sesión la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Una de sus conclusiones ha sido que, lamentablemente, las cadenas televisivas dictan en muchas ocasiones las agendas de. los políticos.

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Junto con los políticos, debatieron esta cuestión el periodista Ted Koppel, de la cadena ABC; el empresario Ted Turner, propietario de la CNN, y otros especialistas."La televisión puede educar al público, centrar su atención en unos asuntos y olvidar otros, puede dar a los líderes del mundo la capacidad de comunicarse entre sí en periodo de crisis. Pero obliga también a los responsables políticos a tomar decisiones rápidamente, quizá demasiado deprisa.. La televisión permite a los medios de comunicación establecer las agendas políticas", concluye el presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara, Lee Hamilton. "Las imágenes del informativo de esta noche tendrán más repercusión en las decisiones políticas de mañana que todo lo que los diplomáticos puedan decir o el Congreso hacer", considera el congresista Toby Roth.

El debate, obviamente, no puede quedar cerrado con una serie de conclusiones indiscutibles. El asunto es tan vivo y polémico como rápidos son los avances tecnológicos que amplían el espacio de la televisión. A lo largo de la discusión se hizo evidente que la aparición de la televisión por cable, el desarrollo de la televisión en directo, la llegada de las cámaras a países y lugares inaccesibles hace pocos años han modificado por completo el esquema de la toma de decisiones en política exterior.

Los Gobiernos occidentales se vieron obligados a enviar tropas y ayuda a Somalia después de que las imágenes sobre la población hambrienta en ese país amargara las cenas de europeos y norteamericanos. En Sudán, el hambre es la misma, pero el Gobierno sudanés impidió el acceso a las cámaras, y eso evitó la intervención.

EE UU, después, se vio obligado a retirar sus tropas de Somalia cuando los norteamericanos vieron las imágenes de los cadáveres de sus soldados arrastrados por las calles de Mogadiscio. Ambas decisiones no se tomaron libremente en la Casa Blanca, sino como mera respuesta al ambiente creado por la televisión.

Es fácil también imaginar que la OTAN no hubiera movido un solo dedo en Bosnia sin la cascada de imágenes sobre las crueldades serbias. Igual que se puede suponer que la guerra civil española no hubiera durado tres años si los franceses, los británicos y los norte americanos hubieran presenciado en directo los fusilamientos en las plazas de España.

Los jefes de Estado utilizan la televisión para enviar mensajes a otros países. Los grupos de presión, incluso los terroristas, se aprovechan de la televisión para empujar a la opinión en favor de sus puntos de vista. Los congresistas norteamericanos reconocieron que, aun cuando sea discutible la oportunidad de intervenir en determinado país, la presión de la opinión pública creada por la televisión puede hacerse insostenible para los políticos.

¿Se habría invadido Cuba?

Esa misma presión tiene también interpretaciones negativas. El historiador Michael BeschIoss explicó, por ejemplo, que si la televisión hubiera seguido en directo, hora a hora, la llegada de los misiles soviéticos a Cuba, el presidente John Kennedy no hubiera tenido seis largos días para negociar con Moscú y encontrar una solución pacífica. Posiblemente, cree BeschIoss, Kennedy hubiera tenido que destruir los misiles e invadir Cuba.

Ted Koppel cree, sin embargo, que la televisión ejerce una influencia fundamental en las decisiones de Estado sólo cuando los Gobiernos no tienen una política claramente definida. "Cuando los Gobiernos no consiguen establecer claramente sus prioridades es cuando se convierten en prisioneros de la televisión", opina Koppel.

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