El ciclo de la inteligencia
Johan Cruyff lanzó el reto y la plantilla recogió el guante. "Son muchos años los que llevan juntos y su ciclo se está acabando", dijo el técnico, allá por el mes de enero y después de que el Betis apeara al Barça de la Copa del Rey. No hubo respuesta dialéctica del colectivo azulgrana, que habló a base de goles, tras encajar seis frente al Zaragoza.Los aduladores de Cruyff interpretarán ahora aquellas críticas como una terapia psicológica para hacer reaccionar a unos futbolistas, teóricamente, aburguesados. Nada más lejos de la realidad. Nunca el Barça tendrá una plantilla tan bien amueblada de la cabeza a los pies. Anoche quedó demostrado, una vez más.
Mientras su técnico se enzarzaba en una fuego cruzado con el seleccionador Javier Clemente, que parece tener el don de la inoportunidad, el colectivo barcelonista se aislaba de todo y preparaba un nuevo asalto a la Copa de Europa.
Los descartados por Cruyff, entre ellos Laudrup, se fueron, como siempre, a la grada sin decir ni pío. Los elegidos saltaron al campo dispuestos a hacer un trabajo de experto cirujano. Diseccionaron al Oporto en cuestión de minutos y de una forma totalmente aseada y precisa, hasta el punto de que ni uno de ellos recibió una tarjeta amarilla. Stoichkov ejerció de bisturí, tras recuperar su capacidad incisiva de los primeros tiempos. El búlgaro era la nota discordante del vestuario y parece haber alcanzado la madurez del resto.
Romario es un caso aparte. No incordia. Es un autista dentro y fuera del campo, aunque indirectamente pueda provocar la marcha de Laudrup. El danés, si lo desea, quizá se encuentre con el contrato renovado automáticamente.
Y es que Cruyff prometió a todos la renovación si se conseguía un título. Quieren que cumpla su palabra. Son inteligentes.
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