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Carta abierta a Julio Anguita

Querido amigo:Cuando en septiembre de 1993, en nombre de la Federación de Asociaciones de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, me dirigí a los líderes de todos los grupos parlamentarios, proponiendo como candidato para defensor del pueblo a José Antonio Martín Pallín, suponía que la mayor dificultad para su aceptación debería provenir de los sectores conservadores. Su trayectoria largamente acreditada en defensa de las libertades y los derechos de los ciudadanos siempre había sido expresada en compromisos cívicos de orientación progresista, lo que lógicamente podría ser menos estimado por los partidos de aquella orientación.

Por tanto, cuando el pasado día 13 el PP solicitó su consentimiento a fin de proponerlo para la función referida, me pareció que se despejaba el horizonte para que su nombramiento tuviera efecto. Durante estos meses de negociaciones fallidas entre los dos grupos mayoritarios del Congreso, en alguna conversación mantenida con dirigentes del PP procuré persuadirles de que las cualidades profesionales y morales de José Antonio Martín Pallín eran garantía de que sería un defensor del pueblo independiente y competente, útil para la democracia y, por tanto, también para todos los partidos democráticos. Tú sabes bien que IU había manifestado que lo consideraba el mejor candidato. También era sabido que gozaba de significados apoyos en el partido del Gobierno. Con estos antecedentes, podrás imaginar primero mi gran sorpresa y después mi profunda decepción cuando, conocida la propuesta del PP, los responsables de tu coalición me informaron de que no apoyarían su designación.

No se me oculta que la decisión del PP de proponer a un candidato de talante progresista es resultado de la convergencia de consideraciones coyunturales y de estrategia política, junto con el reconocimiento de las aptitudes de José Antonio Martín Pallín. Pero la rara avis de esta oportunidad permitió esperar sin sombra de duda que tu formación cogería al vuelo esta feliz coincidencia, defendiendo a su vez a este candidato para proporcionarle así ante la opinión pública mayor base y respaldo. Y, consecuentemente, trataría de persuadir al partido del Gobierno -con el que estaban abiertas conversaciones de la conveniencia de aprovechar esta ocasión excepcional para poner fin al largo y escandaloso retraso, dotando a la institución con una personalidad convincente. Tanto más cuanto que el candidato que presentaba el Gobierno, y que inexplicablemente habéis preferido, sin menospreciar sus capacidades y méritos, obviamente era menos apropiado desde los valores que vuestra formación sustenta.

Las justificaciones de tu coalición para no apoyar ahora la candidatura de José Antonio Martín Pallín son de dificil comprensión. Aducís consideraciones rabulistas, que destacan en primer plano vuestra oposición a la procedencia de la iniciativa, dejando al margen lo fundamental: la calidad de la misma, olvidando que ante todo había sido el candidato de nuestra federación y que lo era -según confesabais- el de vuestra propia formación. No deja de producir asombro la insistencia en razones de carácter meramente formal para negar vuestro apoyo al candidato, del tenor de que si la propuesta se hubiese realizado unas horas antes vuestra posición habría sido revisada, junto con la extraña e insólita sugerencia de que José Antonio Martín Pallín no debiera haber aceptado la propuesta del PP, cuando -conscientes de que el nuevo defensor del pueblo tiene que ser obligadamente un candidato de los dos partidos mayoritarios- desde tantos meses atrás habíamos solicitado el apoyo de todos los partidos, sin excepción. Conoces bien, y has tenido que sufrirlo, cómo a vuestra coalición se le niega injusta y casi sistemáticamente la participación en la designación de los cargos institucionales. Ni siquiera tenéis representante en la Mesa del Congreso. Esta vez se presentaba una de las pocas ocasiones excepcionales en la que se os ha solicitado con particular interés vuestra opinión y voto. De manera inexplicable, y paradójicamente, lo habéis utilizado para votar a un candidato del que afirmáis que en realidad no es el vuestro.

Creo que con mi malestar y decepción expreso el sentir de un amplio sector de la sociedad, dentro del cual se encuentra también la base social en la que tenéis que apoyaros para llevar adelante vuestro proyecto político. Seudojustificaciones del tipo "votamos al candidato del Gobierno porque no va a salir, pues en el caso de que pudiera salir no lo votaríamos" reflejan espero que sólo anecdóticamente- un concepto rebajado de la política, que se rige por una lógica privada, ajena e incomprensible para el sentido común de los ciudadanos bien intencionados. Éstos se sienten invitados a responder con creciente desafecto y desinterés por la cosa pública. Los viejos trucos de la vieja política tienen cada vez menos porvenir. Por todo ello, me permito expresarte la convicción de que tu grupo político debe una explicación a la opinión pública. Tanto más necesaria cuanto que es conveniente despejar las sospechas que se han producido. Conoces bien el refrán de la mujer de César. Personalmente, no dudo de la honestidad de los portavoces y negociadores de IU en el nombramiento del Defensor del Pueblo -todo lo contrario-, pero está a flor de labios la pregunta por el precio de tan extraño apoyo al candidato del Gobierno.

De todo este confuso asunto, creo, sin embargo, que ha quedado fortalecida la figura de José Antonio Martín Pallín como un buen candidato a defensor del pueblo. Ante la verosímil falta del suficiente apoyo parlamentario a la persona que actualmente ha sido presentada, su nombre aparece como una alternativa real, merecedora de consideración por todos. Tanto los principales grupos parlamentarios, como diversos medios de opinión y sectores relevantes de la sociedad civil, han hecho público el aprecio por su idoneidad. Ello hace esperar que la próxima vez los inconvenientes formales y procedimentales siempre subsanables- no se opongan de nuevo al apoyo a una candidatura que muchos coincidimos en propiciar.

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Siempre he pensado que la democracia no se agota en la acción de los partidos políticos. La participación de colectivos de ciudadanos y de la propia sociedad civil resulta necesaria para la adhesión activa de los gobernados y para la vitalidad y el reconocimiento real de las instituciones. Y si hay una figura a la que le es sustancial gozar de esta aceptación cívica, ésta es lógicamente el Defensor del Pueblo. También para demostrar que su elección no es competencia exclusiva de los partidos políticos, nuestra federación -por su interés en la deliberación pública y por participar con su empeño en la intercomunicación- entre el Parlamento y la sociedad- tomó la iniciativa de proponer a un candidato que respondía a nuestras experiencias y expectativas.

Con ello hemos contribuido -creo que de manera positiva a abrir un poco más el espacio de la actividad democrática.

Querido amigo, éste es el ánimo con el que me dirijo públicamente a ti, seguro de tu atención, persuadido de que compartes en gran parte mis puntos de vista, y de que en todo caso los aceptas como incentivo al debate permanente en el que debe consistir la democracia. Con cordial afecto.

José Antonio Gimbernat es presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos de España.

El autor expresa en esta carta abierta las razones por las que defiende la candidatura de Jose Antonio Martin Pallin a defensor del pueblo, y expresa su decepción por la falta de apoyo por parte de Izquierda Unida.

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