3.000 atletas consiguen acabar el maratón más seco
El maratón de Madrid volvió a colapsar la ciudad. El paso de los corredores originó grandes atascos durante cinco horas, a pesar de los avisos municipales. Este año, por primera vez, la organización había colocado 10.000 carteles informando del corte de las calles. Pero se registraron las retenciones de otros años. En la M-30, la caravana llegó a los 20 kilómetros.El enfado de los automovilistas atrapados contrastaba con la alegría de algunos maratonianos al entrar en la meta. Terminar es un triunfo, sobre todo si se corre, como sucedió ayer, sin beber en los puntos de avituallamiento. Uno de los corredores, tan molesto como los conductores, arrebató el micrófono al animador de la prueba y gritó: "Esto es una vergüenza". La organización explicó que algunos camiones de agua se perdieron durante el reparto.
De los 4.200 atletas inscritos, tomaron la salida 3.800, pero 800 no llegaron a la meta, entre ellos un corredor que sufrió una parada cardiorrespiratoria. Los españoles no pudieron romper el cordón del triunfo: un marroquí, Abdelkader el Mouaziz, se adelantó dos minutos a Ramiro Matamoros en la carrera de los 42 kilómetros.
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Un corredor sufre una parada cardiaca en el maratón
El XVII Maratón Popular de Madrid concluyó con mal sabor de boca. El agua, elemento imprescindible para hidratarse durante el largo viaje, escaseó. Y la mayoría de los corredores tuvo que mendigar algún tipo de líquido para poder completar el recorrido. Uno de los atletas (con el dorsal 3.604) tuvo que ser ingresado en el hospital Gregorio Marañón tras sufrir una parada cardiorrespiratoria, según informaron los servicios del Samur.
Los participantes más afectados por la sequía fueron los que entraron en la meta después de las tres y media de la tarde. Todos se encontraron sin botellas de agua en el primer avituallamiento, y para hidratarse durante la prueba tuvieron que pararse en las fuentes o rellenar botellas en los bares. En la línea de meta, los esforzados corredores estaban indignados. "Es alucinante: he pagado 2.500 pesetas por correr y no he tenido donde beber", exclamaba Norberto Arias.
Algunos incluso iban más lejos: "Estoy pensando en denunciarles, porque esto no se puede consentir", decía José Vicente Aparicio, un ingeniero de Telecomunicaciones que acababa su décimo maratón. Leoncio García, que ha corrido las 17 ediciones, confesaba: "Ésta ha sido la peor, porque no se pueden cometer errores con el agua". "Aunque los responsables de Mapoma [la empresa organizadora] son mis amigos, el error es de bulto", sentenciaba Rafael García Navas, organizador de pruebas deportivas y maratoniano. Uno de los médicos de la prueba reconocía que si hubiera hecho calor, la escasez de agua podría haber sido muy grave para los atletas. A pesar del tiempo húmedo, cerca de 30 atletas acabaron deshidratados en el hospital móvil instalado en el Retiro.
Mauricio Blanco, presidente de Mapoma, entidad organizadora de la prueba, no podía ocultar su disgusto por la escasez de agua: "Sé que ha existido ese problema en el recorrido, pero puedo decir que hemos traído más agua que otros años". Para Blanco, el problema fue "el reparto en conjunto de menos botellas que otros años, porque antes eran de 250 centilitros, y esta edición han sido de 333". Además, según la organización, durante la noche del sábado, algunos camiones se perdieron y no repartieron en los puestos de avituallamiento el agua necesaria.
En el maratón de ayer 3.000 atletas entraron en meta y 800 sucumbieron en el camino. El último en entrar fue Miguel Ángel Bodórquez, un parado de 23 años. Tardó cinco horas y dos minutos. El primero fue Abdelkader el Mouaziz, de Marruecos, que superó a los españoles Ramiro Matamoros, que quedó en segundo lugar, y Juan Torres, tercero.
Entre los participantes destacaban 400 militares integrantes de la Brigada Paracaidista, con base en el municipio de Alcalá de Henares. Incluso algún soldado se cuadró ante su teniente coronel y luego cruzó emocionado la meta. Las escenas más conmovedoras se presenciaron en el kilómetro 42. Muchos atletas rompieron a llorar. "Es lo más grande que he hecho en esta vida", decía Ángel Pedro, un estudiante de 28 años que concluía su primer maratón.
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