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Jordi Pujol quiere una dimisión de gran calado

Jordi Pujol quiere que Felipe González fuerce una dimisión de gran contenido político en su partido como prueba de que el Gobierno. está dispuesto a luchar decididamente contra los escándalos de corrupción. El presidente de la Generalitat ha llegado a frustrar este deseo, en conversaciones con algunos de sus colaboradores, con el nombre de Carlos Solchaga como una de las personas más tocadas por el caso de Mariano Rubio. Las dimensiones que ha adquirido el escándalo del ex gobernador del Banco de España y su repercusión en la opinión pública obligan, según CiU, a que se produzcan dimisiones entre los cargos políticos que más confiaron en él.

Dirigentes de la coalición nacionalista han comentado a EL PAÍS que la preocupación por la suerte de Carlos Solchaga ya fue objeto de un primer análisis en la entrevista que Felipe González y Jordi Pujol mantuvieron el pasado día 13 en el palacio de la Moncloa. En aquella ocasión, Mariano Rubio no había comparecido aún ante la Comisión de Economía del Congreso de los Diputados y no se habían iniciado los interrogatorios en la Audiencia de Madrid. Sin embargo, Pujol ya avanzó al presidente del Gobierno que los nacionalistas no se iban a conformar con que el PSOE realizara un mea culpa ante la opinión pública y se replegara ante la ofensiva que lleva a cabo el PP.Dos días después, en la. reunión que los diputados de Convergència i Unió (CiU) celebraron con Pujol para preparar la intervención que Miquel Roca iba a pronunciar anteayer en el debate sobre el estado de la nación, el líder nacionalista ya les dio a entender que sin dimisiones de gran calado político, CiU tendría difícil mantener su apoyo parlamentario al PSOE. Roca se abstuvo en su intervención del martes de pedir dimisiones, en concreto para no situar a González entre la espada y la pared, pero dejo meridianamente claro que los socialistas debían asumir sus responsabilidades.

Los acontecimientos que se han producido desde su entrevista con González hacen creer a Pujol, con mayor convencimiento aún que hace unas fechas, que la política del Gobierno en la lucha contra la corrupción no será mínimamente creíble si no se producen dimisiones importantes y significativas desde las filas socialistas. "La sociedad española no aceptará acotar el tema exclusivamente en Mariano Rubio", manifestó un estrecho colaborador de Pujol.

Hasta la fecha, Pujol no ha querido hablar en público de responsabilidades políticas del Gobierno en los casos de corrupción y ha limitado sus comentarios a reuniones restringidas. Ayer, incluso suspendió una comparecencia de prensa en la que debía explicar los acuerdos del Gobierno catalán, ya que intuyó que buena parte de la misma versaría sobre los problemas de corrupción y no quería pronunciarse respecto al debate parlamentario sobre el estado de la nación.

Pedir en público la dimisión de Solchaga sería una decisión especialmente dolorosa para Pujol y una situación a la que no quiere llegar, ya que la relación personal entre ambos ha sido siempre bastante satisfactoria. Tendría además un efecto contrario al pretendido, puesto que colocaría a González entre la espada y la pared y se podría percibir como una actitud claramente amenazante. El propio Pujol estimó positiva, el pasado mes de junio, la elección de Solchaga como presidente del Grupo Parlamentario Socialista frente a la opción de Eduardo Martín Toval, quien, pese a haber hecho una parte de su carrera política en Cataluña -es diputado del PSC por Barcelona-, no mantiene ningún diálogo con el núcleo dirigente de Convergència más próximo al presidente de la Generalitat.

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Dirigentes de CiU aseguran que el PSOE tiene garantizado su apoyo en las próximas semanas, pero advierten que "hay intranquilidad" en las filas nacionalistas por el coste electoral que este respaldo puede representar si los socialistas no reaccionan en breve.

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