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Corán contra Atatürk en Turquía

La ola de islamismo sacude los cimientos laicos del país

Los turcos todavía no se han recuperado del estado de choque en que les dejó el resultado de las elecciones municipales celebradas el pasado 27 de marzo, que alzaron al islamista Partido de la Prosperidad (PP) como la tercera fuerza política del país, ganando las alcaldías de un tercio de las mayores ciudades, entre ellas Ankara y Estambul.Analistas e intelectuales intentan apagar el fuego de pasiones desatadas entre los partidarios del Estado laico, viejo ya de siete décadas, y los defensores de la vuelta a los valores del Corán. Mientras, los dirigentes del PP, que antes de las elecciones se habían esmerado en ofrecer una imagen de moderación y modernidad, desde la embriaguez de la victoria, se han lanzado a una espiral de declaraciones poco tranquilizadoras.

Su líder, Necmetin Erbakan, ya ha declarado que el próximo paso es llegar al Gobierno. "Y después de eso, en poco tiempo más, estableceremos la Unión Islámica Mundial", añade. Tampoco faltan los nuevos alcaldes que ya han empezado a barrer el laicismo instaurando el rezo, el velo para las mujeres y anunciando la supresión del alcohol y la separación de sexos en los transportes públicos.

El escaso porcentaje de votos -el 18%- que, debido al sistema electoral de mayoría relativa instaurado en Turquía, han necesitado los islamistas para alzarse con el triunfo en las mayores urbes, invita a un profundo análisis, según el sociólogo fundamentalista islamista Abdurrahmán Dilipak, que considera que, tanto por un lado como por el otro, se han exagerado los resultados. Lo que sin duda han demostrado las urnas es que, junto al 8% obtenido por los ultranacionalistas, cerca de un cuarto del electorado ha dado la espalda a la orientación prooccidental del país.

El aumento del número de votos al PP, que oficialmente no es un partido religioso, está estrechamente relacionado con la creciente influencia del movimiento islámico en Turquía. El islam cala hondo entre los decepcionados de otros partidos en los barrios populares, los jóvenes en paro y las mujeres, y entre las víctimas del descenso del poder adquisitivo. La expansión de los institutos religiosos, imam-hatip, también ha contribuido al aumento de la influencia del islam político en la vida pública y privada del país.

La actual crisis económica, la incapacidad de los gobernantes de ofrecer soluciones a los problemas más acuciantes de una gran parte de la población y de parar la corrupción y el laicismo impuesto al 98% que se confiesa musulmán, han contribuido a la victoria del PP. En su programa se contenta con reclamar una mayor libertad religiosa y un "orden justo", proyecto económico protegido y semiplanificado, rebozado de ética, en el que cada cual sólo puede gastar lo que produce, eliminando los intereses de los préstamos.

"Crisis de modernidad"

El máximo exponente de la ideología islamista, Alí Bulaç, achaca los problemas que vive Turquía a la "crisis de modernidad" y aboga por la vuelta a los valores, tanto políticos como culturales e intelectuales, contenidos en el Corán. El Estado actual debe desaparecer porque "absorbe la potencialidad del individuo y no le deja ninguna autonomía". "En el mundo", dice, "hay más de 3.000 grupos étnicos y alrededor de 8.000 idiomas, mientras que en la ONU sólo están representados 194. Este mundo no es deseable para la mayoría que reivindica una identidad nacional separada". La solución de Bulaç está en el proyecto Medina, que intenta revivir la Medina del profeta, donde cohabitaron pacíficamente judíos, paganos y musulmanes.En contra de los representantes del partido, los intelectuales, seguros de que la sharía (ley islámica) terminará por reemplazar los 70 años de laicismo impuesto por el padre de la patria, Mustafá Kemal, Atatürk, no tienen prisa en gobernar la nación. Dilipak predice que en menos de una década habrán llegado al poder. Para entonces, desde la oposición y capitalizando la ineficacia y la corrupción de los partidos tradicionales en el poder, tanto las masas como el Ejército se habrán impregnado del mensaje del Corán y serán imparables.

Entretanto, la sociedad islámica está creando nuevos valores y estableciendo nuevas estructuras para hacer frente al imperialismo occidental. "Tenemos que vivir juntos protegiendo nuestras diferencias", dice Dilipak, un cariñoso padre de familia que durante la entrevista concedida a EL PAÍS no dudó en alzar a su hija de un año en brazos.

Las elecciones municipales del pasado 27 de marzo han supuesto, sin duda, el inicio de una revolución en Turquía. Las consecuencias dependen tanto de la vía que el PP adopte para llevar a cabo esta revolución como de la actitud del resto de las fuerzas políticas y de la población. Por el momento, sólo unos pocos se inclinan por la serenidad para evitar la polarización y la radicalización de la sociedad.

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