Titulados
"Muerto un guardia civil en Bilbo al estallar su coche". Lo escribía Egin en su edición del pasado martes. Esto es un titular y lo demás son puñetas. Veamos por qué. La primera posibilidad es que muerto tenga una función atributiva. El periodismo utiliza con mucha frecuencia la inversión sintáctica. Es decir, el titular podría haber sido escrito, sin mayor alteración de su significado, así: "Un guardia civil muerto en Bilbo...". Pero la muerte es más noticia que un guardia civil. Un guardia civil es algo francamente indeterminado. Un guardia civil no es un nombre propio. No hubiéramos podido escribir "Muerto XX en Bilbo...". Por lo tanto, podemos y debemos invertir.El auténtico prodigio, sin embargo, empezará cuando consideremos que muerto es un participio. El participlo de morir, por ejemplo. Morir es perder la vida, sin añadido de causa. Cuesta creer que en Egin pierdan la oportunidad de enseñar que hay una pistola debajo de la letra. Y al fin y al cabo el periodismo es el arte de decirlo todo con la mínima letra posible. Debo entender entonces que muerto está utilizado aquí como participio de matar. De acuerdo: no es una forma irreprochable. Es más bien vulgar, un arcaísmo. ¡Tal vez el eslabón perdido! Pero también la ver dad es vieja. Han querido escribir: "Matado un guardia cívil..." en castellana lengua. Y lo han conseguido. No hay reproche. El participio, además, tiene muchas ventajas: por su modalidad circula con fluidez el olvido -un guardia civil muerto es limpia carne de archivo- y tampoco necesita que a la acción que expresa le señalen con nitidez sus agentes: matan ya sería demasiado. ¿Una objeción, última? No, eso no es una objeción: que hayan escrito muerto y no asesinado es muy plausible. Matar es quitar la vida. Asesinar es matar cuando ello constituye un delito. Un diario refleja una ley y un mundo.
Luego, amigos, yo me descubro.
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