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El primado anglicano ataca al sistema y asegura que el Reino Unido ignora que es una nación pequeña y corriente

Ni siquiera los líderes del Partido Laborista se habían permitido hasta ahora una diatriba tan violenta y directamente atentatoria contra las raíces del orgullo británico, e indirectamente contra la política desarrollada en los últimos 15 años por los sucesivos Gobiernos conservadores. Pero el arzobispo de Canterbury, George Carey, está por encima de rivalidades políticas y puede permitirse el lujo de declarar en una entrevista cosas como ésta a propósito del Reino Unido: "Somos una nación pequeña y corriente y todavía no nos hemos dado cuenta de ello".

Lo malo, para el Gobierno de John Major, es que tal ejercicio de realismo analítico no excluye, sino todo lo contrario, a los 15 años de sucesivas administraciones conservadoras que, en opinión de George Carey, han dejado al país poco más o menos como un solar.

En su discurso del Domingo de Resurreción, la máxima autoridad de la Iglesia de Inglaterra dirigió ya un severo alegato contra la creciente desigualdad social en el Reino Unido. Pero era apenas un anticipo de la larga entrevista de más de 30 páginas que será publicada el próximo mes de junio en un libro, y cuyo contenido esencial fue revelado ayer por el diario británico The Daily Telegraph.

Una sociedad dividida

En ella, George Carey afirma, entre otras cosas: "La situación que estoy describiendo es la de una sociedad sumamente fragmentada y dividida que ha perdido su imperio. La Commonwealth ha dejado de tener demasiado sentido: y al mismo tiempo no somos lo bastante europeos ni estamos comprometidos aún con la idea de serlo". El resultado, según George Carey, es un país cada vez más aislado en un inmenso mundo. "Hemos perdido casi toda nuestra Marina y nuestra Fuerza Aérea", se lamenta además el arzobispo, quien no deja de señalar otro síntoma clave de la decadencia del país: "Nuestro sistema educativo, que era de primera categoría, se ha convertido en algo completamente mediocre".

El prelado también alude a los efectos de la política económica neoliberal de los Gobiernos conservadores, aunque sin citarla explícitamente, al afirmar: "Las divisiones de clases son bastante profundas en nuestra sociedad. Hay una brecha creciente entre ricos y pobres, eso es la realidad".

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Ante tal panorama se comprende que la primera decisión del arzobispo de Canterbury haya sido acortar su mandato, que expirará en el año 2001, según anuncia en la misma entrevista, y no en el 2005, como sería lo normal si el líder religioso mantuviera la edad de jubilación en los 70 años.

Por último, George Carey lanza una brutal andanada contra los sectores críticos a la ordenación de las mujeres al asegurar que éstos están defendiendo una nueva herejía. Cosa que el arzobispo de Canterbury espera poder demostrar antes de que concluya su mandato.

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